La deficiente restauración de al menos 13 estatuas religiosas está causando polémica en Portugal. El caso ha hecho recordar al bullado “Ecce Homo de Borja”, una obra de una iglesia española que quedó irreconocible luego de que una octogenaria mujer -sin autorización de nadie- decidiera “repararla”.
Sin embargo, esta vez la modificación no fue hecha por aficionados, sino que por un profesional y sus alumnos. Se trata de Miguel Viera, académico de la Universidade Sénior de Coimbra, quien comenzó a trabajar en el proyecto en 2007.
El hecho ocurrió en el Santuario de Nossa Senhora das Preces, de la localidad de Oliveira das Preces, donde se criticó duramente al grupo de restauradores.
De acuerdo al portal portugués Jornal de Noticias, André Remigio, administrador de un grupo de Facebook que reúne a conservadores y restauradores, dijo que esto era más grave que el caso de la señora Cecilia Giménez en Borja, porque el trabajo fue hecho por supuestos eruditos en el tema.
Remigio cree que el caso de España “era inocente y (la mujer) hizo lo mejor que sabía”, en cambio en Portugal el contexto es otro. Él afirmó que Viera pintó las esculturas con poca proligidad, transmitiendo un “conocimiento completamente patético”. Incluso lo acusó de “borrar la historia”.
Pero no todos tienen una mala opinión de este trabajo. Basilio Martins, tesorero de la Hermandad de Nossa Senhora das Preces y quien gestiona el espacio, dijo estar satisfecho con el resultado, recordando que “todo estaba dañado, con grietas, esculturas sin dedos y sin ojos”, expresó.
“No tenemos ninguna queja que hacer al respecto”, dijo Lusa, añadiendo que “los propios peregrinos dicen que es una pena que el resto del santuario de sea restaurado así”.
El santuario en cuestión tiene cerca de 60 esculturas y todas “en necesidad de la restauración”, según el representante de la iglesia.
Las estatuas, que datan del siglo XIX, son de tamaño natural y recrean la última cena de Jesús con los 12 apóstoles, entre otras.
En conversación con la prensa portuguesa, Miguel Vieira Duke se defendió diciendo que aunque los estudiantes han participado en todo el proceso de restauración es su responsabilidad.
“El resultado final me llena de orgullo”, indicó, añadiendo que ha estado en este negocio “desde hace 22 años” y nunca había sido cuestionado.