En estas elecciones del domingo hubo ganadores y perdedores.
En el pacto Nueva Mayoría, no ganaron tanto, pero por culpa de ellos mismos, por haber generado la expectativa de un triunfo en primera vuelta de Michelle Bachelet.
La Alianza, que recibió en la presidencial una paliza histórica, terminó celebrando por pasar a segunda vuelta porque esa fue la vara que se puso, también por expectativas.
La gran mayoría, en todo caso, fue la que no votó. Pero sería un error que algún movimiento pretendiese adjudicarse esos votos.
Esa gran abstención es apatía y distancia con el mundo político. Es flojera y también individualismo. Pero también es síntoma de pérdida de legitimidad de un sistema político y de los propios políticos.
Algo de eso es fruto del sistema electoral binominal que volvió a demostrar que no sólo favorece a la derecha, sino también al Pacto Nueva Mayoría.