Miles de personas intentaban desesperadamente el miércoles de obtener un cupo en uno de los raros aviones que salen de las zonas más golpeadas por el tifón Haiyan en Filipinas, mientras los sobrevivientes, privados de todo, expresaban su ira ante la lentitud con que les llega la ayuda.

Las autoridades anunciaron este miércoles la muerte de ocho personas al derrumbarse la pared de un depósito de arroz que era saqueado por la muchedumbre en Alangalang, a 17 km de Tacloban, una de las ciudades más afectadas por la catástrofe.

Policías y soldados custodiaban el sitio, que pertenece a una agencia del gobierno, pero fueron desbordados por la multitud, que robó más de 100.000 sacos de arroz, cada uno de 50 kg,añadió.

“Nuestro personal estaba ahí, pero nada podían hacer sin correr el riesgo de ponerse en peligro”, añad

Cinco días después del paso de uno de los tifones más potentes de la historia del país, que iba acompañado de vientos de 300 km por hora y olas de hasta cinco metros parecidas a las de un tsunami, numerosos damnificados han perdido toda esperanza y buscan a toda costa cómo salir de esa situación apocalíptica.

Algunos de ellos, agotados, traumatizados, hambrientos, provocaron un forcejeo el miércoles en la mañana en el aeropuerto de la ciudad, en ruinas, suiplicando poder embarcar en uno de los aviones militares que aportan la ayuda humanitaria y equipamientos.

“Todo el mundo tiene miedo. Dicen que no hay alimentos, que no hay agua, que se quieren ir de aquí”, comenta el capitán Emily Chang, médico militar que trata a los heridos.

Los vuelos, únicamente militares, que llegan o salen de Tacloban, son aún “bastante limitados” y los ferries sobrecargados. “Podemos compreder la desesperación de la gente”, dijo un portavoz de la Cruz Roja.

La ONU teme “lo peor” en las zonas más afectadas, principalmente las islas de Leyte y Samar, y pidió el martes 301 millones de dólares para ayudar a las victimas.

“Acabamos de lanzar un plan de acción que se concentra en la comida, la salud, el saneamiento, los refugios, la retirada de escombros y la protección de los más vulnerables [...] Este plan requiere 301 millones de dólares”, dijo Valerie Amos, la jefa de las operaciones humanitarias de la ONU en Manila.

“Tememos lo peor”, dijo John Ging, director de operaciones de la oficina de coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.

Naciones Unidas habló de un número de víctimas que podría alcanzar 10.000 personas sólo en la ciudad de Tacloban, la capital de la provincia de Leyte, una de las más devastadas.

En total más de diez millones de personas, el 10% de la población del país, se ha visto afectada por el tifón y al menos 660.000 personas perdieron su casa.

Las autoridades no logran hacer frente a la magnitud del trabajo para dar refugio y abastecer con agua, comida y medicamentos a los supervivientes, muchos de los cuales intentan huir de la zona.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) pidió a la comunidad internacional 24 millones de dólares para intervenciones de emergencia en Filipinas.

En un comunicado divulgado en Roma, sede central de la entidad, la FAO anunció que “hará todo lo posible para apoyar al gobierno de Filipinas en el proceso de reconstrucción y para generar resiliencia”, declaró el director de la organización, el brasileño José Graziano da Silva.

“¿DÓNDE ESTÁ LA COMIDA?”

“Aquí no hay nada para nosotros. Ya no tenemos casa ni dinero ni papeles” dice desesperada Carol Mampas, de 48 años, con su hijo de tres años con fiebre en los brazos.

“Por favor, digan a las autoridades que nos ayuden. ¿Dónde está la comida? ¿Donde está el agua? ¿Dónde están los soldados para recoger los cadáveres?”, se pregunta esta mujer que, como miles de supervivientes, pasó la noche en el maltrecho aeropuerto de Tacoblan con la esperanza de tomar un vuelo para abandonar la ciudad.

Las calles de la ciudad siguen llenas de cadáveres en descomposición y muchas personas armadas saquean los edificios todavía en pie.

La lluvia que cayó sobre la ciudad en la madrugada del martes empeoró todavía más las cosas para los supervivientes.

“En los próximos días, estén seguros de ello, la ayuda llegará cada vez más deprisa”, prometió el presidente filipino Benigno Aquino, que el lunes declaró el estado de catástrofe nacional.

El portaaviones ‘George Washington’ y varios buques de la Marina estadounidense dejaron el puerto de Hong Kong este martes con 7.000 marines en dirección a la zona de la catástrofe. Asimismo, Estados Unidos puso en alerta a tres naves anfibias dotadas de lanchas de transporte para desembarco que están a punto de ser desplegadas en Filipinas.

Gran Bretaña también anunció el envío de un avión de transporte y de un navío militar, pero muchos de estos barcos tardarán días en llegar.

LA SOMBRA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Muchos países, agencias internacionales y ONG han prometido también ayuda material y financiera. El martes tiene que llegar a Filipinas un avión de la UNICEF con 60 toneladas de ayuda.

Cada año cerca de 20 tifones o tormentas tropicales pasan por Filipinas pero los expertos aseguran que la violencia excepcional de Haiyan podría estar relacionada con el cambio climático.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también hizo un llamamiento para recaudar 24 millones de dólares para ayudar a la agricultura y la pesca, dos sectores devastados por el tifón.