La República Checa celebra el viernes y el sábado elecciones legislativas anticipadas en las que se espera que los votantes, cansados de las medidas de austeridad y la corrupción, den un giro a favor de los socialdemócratas.

El país ya cambió de rumbo en enero al elegir al ex comunista Milos Zeman como presidente, poniendo fin a una década de mandato del conservador euroescéptico Vaclav Klaus.

El último sondeo realizado dio un 26% de la intención de voto a la oposición de los Socialdemócratas (CSSD), un 18% a los Comunistas y un 16,5% al nuevo partido populista ANO, liderado por el multimillonario Andrej Babis.

Si el CSSD resultara efectivamente vencedor, no está claro con quién formaría coalición, en un país en el que la política está muy fragmentada.

El líder de los socialdemócratas, Bohuslav Sobotka, dijo que podría formar un gobierno de minoría en solitario, al contar con el apoyo tácito de los comunistas.

La idea de que la extrema izquierda vuelva a convertirse en una fuerza política importante en el país, de 10,5 millones de habitantes, enfurece a algunos checos.

Otros, cansados de la austeridad y la recesión, que duró 18 meses hasta el segundo trimestre de este año, se muestran contentos de un viraje a la izquierda.

Por otra parte, los analistas consideran que ANO -un acrónimo para SÍ y Acción para Ciudadanos Alienados- es una fuerza a tener en cuenta, que estaría dispuesta a formar coalición con cualquier partido.

Desde su fundación en 2011, ANO se ha ganado el favor de los checos -son terceros en las encuestas de opinión- atrayendo a votantes de todo el espectro político con sus promesas de combatir la corrupción.

Un 94% de los ciudadanos consideran que la corrupción está “generalizada en el Gobierno”, según una encuesta publicada por el instituto Gallup la semana pasada.