Sólo faltó el confeti y los fuegos de artificio. Luego de meses y, por qué no decirlo, un par de años de suspenso, finalmente Michelle Bachelet decidió oficializar su precandidatura a la presidencia. En la derecha miraron de reojo y sacaron sus discursos preparados desde hace meses. La Concertación en tanto respiró aliviada.
Bachelet centró su discurso precisamente en el flanco más débil del actual gobierno, la desigualdad. Hizo un pequeño “mea culpa”, habló de una nueva mayoría, y no estuvieron los “dirisaurios” (dirigentes políticos de épocas prehistóricas, con ideas ídem).
Tras el anuncio llegó la hora de las evaluaciones, porque desde el punto de vista desde el que se lo mire, se trata del verdaro arranque de la carrera rumbo a La Moneda. Y por supuesto, de las comparaciones con la actual administración.
En primer lugar, para medir las administraciones de Bachelet y Piñera, se requieren números. El más fidedigno es el Índice de Desarrollo Humano (IDH) ajustado por desigualdad, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Según estas cifras -que consideran principalmente 3 factores: vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno-, durante el gobierno de la médica, Chile logró subir dos lugares hasta el puesto 45 a nivel mundial con un IDH de 0,783. Mientras que en la administración del empresario, nuestro país subió cinco posiciones, 40 a nivel global, con un IDH de 0,819.
Piñera y su gobierno puede presumir del crecimiento económico, pero sigue estando la sensación de que esa bonanza económica no les ha llegado a todos. Y esto será, sin lugar a dudas, el principal “caballito de batalla” de Bachelet, quien además tiene a su favor la imagen maternal que proyecta, que a diferencia de sus contendores maquilla su falta de manejo político y liderazgo.
Y mi última afirmación no es antojadiza, como tampoco tiene un sesgo político. No voté por Piñera, ni lo haría en una futura elección. Pero hay cosas que son innegables, como por ejemplo que el actual gobierno hizo más que la Concertación.
¿Un botón de muestra? Bachelet abandonó La Moneda con un desempleo cercano al 10%. El pasado viernes, el INE informó que el desempleo alcanzó un 6,2%.
Pero dejemos las comparaciones para cuando la abanderada de oposición logre, eventualmente, un triunfo en las presidenciales. Por ahora, y ante la duda si es que volverá a hablar, queda intuir por dónde pasará su campaña luego del breve discurso en El Bosque.
“Voy a trabajar para ser la primera presidenta del gobierno de una nueva mayoría política y social, para lograr un Chile más inclusivo”. ¿Le suena el concepto de “nueva mayoría”? Claro, es el guiño a una nueva coalición que gobernará con los mismos de siempre, pero esta vez con los comunistas incluidos. No tenga la más mínima duda que hasta Camila Vallejo se sumará una vez que logren acuerdos programáticos y un par de cargos por ahí.
“Es justo señalar que hubo cosas que no hicimos del todo bien y reformas que quedaron sin hacer. Sabemos también que los beneficios no han llegado a todos de la misma manera”. ¿Más bonos? puede ser, ¿disculpa? muy pobre a mi juicio si fue un intento de mea culpa.
Por último, su público objetivo: la clase media. Se sabe que en las elecciones quienes finalmente inclinan la balanza son los que, pese a ganar mucho más que el sueldo mínimo, tienen que lidiar con el alza constante de la bencina para el auto (el más rendidor, en lo posible) o la educación subvencionada de los hijos.
“(La desigualdad) Se expresa también en el día a día de una clase media cada vez más afectada por altos pagos en educación, vivienda y salud, pero que no califica para programas de apoyo social”. Está tan claro como el agua.
Puede que Bachelet gane el 17 de noviembre en primera vuelta, pero eso no asegura que hará un buen gobierno. Y es que los chilenos olvidan que popularidad no es lo mismo que gestión, a lo que se suma el ejército de políticos de izquierda que buscarán de una u otra forma subirse a este carro, como hordas de milicianos dispuestos a todo por el botín.
Si es por repetir las aprobaciones a granel de Termoeléctricas, si es por repetir los errores fatales del 27F, si es por repetir el colapso en los hospitales por el AUGE, si es por repetir el lucro a mansalva en universidades, si es por repetir inauguraciones de hospitales que aún no estén terminados, si es por repetir el 15,1% de pobres en el país, si es por insistir con elefantes blancos como el Transantiago… si es por todo esto… prefiero no votar.
Alberto González
Periodista