Armenia es un país pequeño, en los límites entre la ex Unión Soviética y Medio Oriente. Con apenas 3 millones de habitantes, no sólo su población es mucho menor a la de Chile sino también sus recursos económicos, con un ingreso per cápita 5 veces inferior al de un chileno.
Sin embargo, la nación del Cáucaso tiene un arma secreta en su programa educacional que lo distingue de cualquier otro país en el mundo: el ajedrez.
En efecto, desde 2011 Armenia es la única nación que ha hecho obligatorias las clases de este milenario juego para estudiantes desde los 7 años en adelante, en un programa que ha demandado la inversión de 3 millones de dólares para dotar a todas las escuelas del país con tableros y profesores especializados.
Durante una hora, los niños reciben instrucciones y luego se enfrentan unos a otros, convirtiendo el ajedrez en una de sus clases favoritas.
“Me encantan las clases de ajedrez, el tiempo se nos pasa volando”, contó a la cadena Al Jazeera la pequeña Susie Hunanyan de 7 años. “Mi abuelo me había enseñado a jugar ajedrez, pero ahora que tomo clases en la escuela, juego mejor que él”, confidenció.
Pero las clases no sólo siguen la cultura deportiva de un país que posee más de 30 grandes maestros y que ha ganado las Olimpiadas Mundiales de ajedrez en 2006, 2008 y 2012, sino que le proporciona otras ventajas a los alumnos.
“El ajedrez desarrolla múltiples habilidades: capacidad de liderazgo, toma de decisiones, planificación estratégica, pensamiento lógico y responsabilidad. Estamos incorporando estas cualidades en nuestros jóvenes. El futuro del mundo depende de tener líderes creativos capaces tanto de tomar decisiones correctas, como de asumir la responsabilidad por las equivocadas“, explica el ministro de Educación de Armenia, Armen Ashotyan.
Y no se trata sólo de una presunción. Un equipo de psicólogos locales dirigidos por el profesor Ruben Aghuzumstyan, han seguido los progresos de los estudiantes desde la implementación del programa, comprobando sus beneficios en áreas como la individualidad, pensamiento creativo, reflejos y análisis comparativo.
“Durante los primeros años de la escuela, los niños están acostumbrados a aprender mediante el juego. Para los chicos de 7, 8 ó 9 años, el ajedrez es un juego optimizado para desarrollar ciertas áreas de sus cerebros”, indicó Aghuzumstyan.
El programa armenio ha llamado tanto la atención de líderes mundiales, que en la actualidad otros países como Moldavia, Hungría, Ucrania y España se preparan para comenzar a incorporar el ajedrez en sus clases normales.
¿El ajedrez mejor que el fútbol?
Desde luego, la afición de los armenios por el ajedrez no se trata de una fiebre repentina, sino de una cultura nacional que lo ha convertido en un deporte incluso más popular que el fútbol.
Aquí, es el Estado quien financia gran parte de las actividades de la Academia de Ajedrez de Armenia, a fin de que los jóvenes puedan recibir clases gratuitas con los expertos de clase mundial. Uno de ellos es Tigran Petrosian, quien a sus 29 años es una celebridad nacional.
“La gente me saluda en la calle o me sigue hasta casa. Los fanáticos me envían muchos mensajes. En realidad estoy muy contento de ser un jugador de ajedrez en este país”, señala.
El amor de Armenia por el tablero a cuadros es evidente. En sus quioscos se venden revistas, DVDs, libros e incluso periódicos sobre el juego. Incluso existen 2 programas de televisión -”Ajedrez 64” y “Mundo Ajedrez“- totalmente abocados a atraer a los jóvenes hacia este deporte mental.
“Un día, una madre me dijo que su hija se negaba a hacer su tarea de ajedrez hasta no haber visto mi programa de ese día. La niña estaba segura de que le sería más fácil resolverla si había visto primero mi show”, asegura orgulloso el anfitrión de “Mundo Ajedrez”, Aghasi Inants, de sólo 22 años.
Increíblemente para un país futbolizado como el nuestro, en Armenia son los fanáticos del balompié los que sueñan con ver algo más de interés de la gente por la “pasión de multitudes”.
“Estaré muy feliz el día que el fútbol sea tan importante como el ajedrez. Sería grandioso que tuviéramos un equipo de fútbol nacional tan bueno como nuestro equipo de ajedrez”, confesó David Khachatryan, uno de los pocos jóvenes que no disfruta de esta disciplina.