Pocos días después de haber empezado su pontificado, la salud del papa Francisco, de 76 años, suscita los primeros interrogantes, sobre todo por la ablación parcial de un pulmón a la que se sometió hace más de medio siglo. La inquietud es todavía mayor luego que su predecesor, Benedicto XVI, justificara su histórica decisión de renunciar por “falta de fuerzas”.

Nacido el 17 de diciembre de 1936, el argentino Jorge Bergoglio es más veterano de lo que muchos en el Vaticano imaginaban para el nuevo papa antes de su elección por sorpresa el pasado miércoles, tras dos días de cónclave.

A pesar de un ligero traspié en su intervención este viernes ante los cardenales y de su andar vacilante en la ofrenda de flores a la Virgen en una iglesia de Roma en el primer día de su pontificado, el Papa ha dado la impresión de estar en buena forma en sus primeras apariciones públicas.

Pero el principal motivo de preocupación sobre su salud es la operación a la que fue sometido cuando tenía 21 años a causa de una neumonía y en la que fue sometido a una ablación parcial del pulmón derecho, según explica la biografía “El Jesuita”, de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti.

“Fueron tres días terribles en los que se debatió entre la vida y la muerte”, relatan los autores libro.

Sin embargo esta operación “no supone una minusvalía” en su vida cotidiana, explicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, al día siguiente de la elección de Francisco. “Los que lo conocen siempre le han visto con buena salud”, añadió.

Los especialistas de la AFP confirmaron este análisis. “Si su pulmón y medio está sano, no hay ninguna razón para no vivir normalmente como alguien de su edad”, explicó el profesor Yves Martinet, un neumólogo francés.

Un diagnóstico confirmado por otro médico, Bertrand Dautzenberg. “Se puede vivir normalmente. Aunque se tengan menos reservas se puede nadar o viajar en avión”, aseguró este doctor, explicando que es mejor retirar la parte del pulmón enfermo.

Más joven que Benedicto XVI

Pero la edad también es un factor en la salud del nuevo Papa, a pesar de que Francisco tiene dos años menos que Benedicto XVI cuando accedió al trono de San Pedro, en 2005.

Además, si Benedicto XVI fue un papa intelectual y experto teólogo, al que le gustaba estudiar y escribir en su despacho, a su sucesor le gusta caminar, lo que debería ayudarle a mantenerse en forma.

Conscientes del problema que supone tener un papa de edad avanzada, los cardenales hablaron del tema durante el cónclave.

“Fue uno de los temas que tratamos. ¿Después de un papa que dimitió a causa de la edad y el cansancio no tendríamos que elegir a un Papa más joven?”, dijo a la prensa el francés Jean-Pierre Ricard, arzobispo de Burdeos.

“Pero nos acordamos de que papas como Juan XXIII [el impulsor del concilio Vaticano II] fueron elegidos cuando ya eran mayores y aún así fueron determinantes para el futuro de la Iglesia”, añadió el cardenal.

Al mismo tiempo los papas modernos tienen una carga de trabajo mucho más importante, sobre todo durante su maratonianos viajes por todo el planeta, que ponen a prueba su resistencia física.

En 2007, el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio sufrió una inflamación del nervio ciático que le impidió viajar a Roma para asistir a un consistorio convocado por Benedicto XVI, indicó el periódico argentino La Nación.

En todo caso es poco probable que el papa Francisco hable de su salud, pues es “muy reticente” a tratarlo, según su biógrafa Ambrogetti.