Si es recomendable o no consumir alcohol cuando se ingieren medicamentos, es un cuestionamiento para muchos aún sin solución.

Las voces se dividen a la hora de levantar una respuesta que disipe las dudas, en circunstancias que cada quien, finalmente, pareciera preferir improvisar o seguir el instinto.

No obstante, existe certeza médica al respecto. Información contundente que aclara las interrogantes y guía en fechas particulares como Año Nuevo, celebración caracterizada por presentar un alto consumo de alcohol.

José Antonio González Correa, profesor de Farmacología y Vicedecano de Investigación de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga, compartió con ElMundo.es sus conocimientos al respecto en base a preguntas clásicas.

A continuación, algunas aclaraciones:

1. Se debe evitar el consumo de alcohol con fármacos específicos.

Antibióticos, antituberculosos, analgésicos, depresores del sistema nervioso central, inhibidores de la monoaminooxidasa, antihistamínicos e hipoglucemiantes orales. Sin embargo, el efecto depende de cómo sea la ingesta etílica, puesto que beber de forma esporádica inhibe el metabolismo hepático de algunos fármacos, mientras que la ingesta regular de elevadas cantidades de alcohol aumenta el metabolismo de los mismos y reduce su efectividad.

2. Beber disminuye el efecto de los antibióticos.

Tal como se enunciaba con anterioridad, cuando se consume ocasionalmente, el alcohol aumenta el metabolismo hepático de los antibióticos y disminuye su concentración en la sangre. Esto trae como resultado una disminución en la eficacia del fármaco.

3. Mezclar antiinflamatorios y alcohol acrecienta las posibilidades de problemas a la salud.

Dicha combinación conlleva a la producción de pequeñas lesiones en la mucosa gástrica que traen consigo dolor de estómago, entre otros síntomas.

4. Consumir paracetamol y alcohol aumenta la actividad enzimática del hígado.

Esto se traduce en la aparición de un metabolito, un “curiosamente” importante tóxico para el propio hígado. Pese a ello, el profesional asegura que “el consumo de alcohol puede provocar que la cantidad diaria de paracetamol necesaria para producir un problema de toxicidad hepática, resulte menor”.

5. El alcohol potencia los efectos de los fármacos que actúan a nivel cerebral.

Así acontece, por ejemplo, con benzodiacepinas como diazepam y bromazepam; barbitúricos como pentobarbital y tiopental; y analgésicos opiáceos como codeína, buprenorfina y morfina.

6. No existe un medicamento ideal para el malestar del día siguiente.

Sólo quedan las acciones de sentido común, aunque ninguna de éstas, como beber agua o café, confirma su utilidad.