Brasil se aseguró el domingo el pase a los cuartos de final del fútbol de Londres-2012, en su afán de ganar por primera vez un oro olímpico, al vencer a Belarús 3-1, con ráfagas del talento de Neymar, en el estadio Old Trafford de Manchester por el Grupo C.

La superestrella brasileña Neymar (65) clavó con maestría un tiro libre en el ángulo de poste y travesaño, además de haber puesto en la primera etapa un pase como con la mano para que Pato (15) estableciera el empate con un golpe de cabeza.

En tiempo adicional, le cedió un pase exquisito de taco a Oscar (90+3) para cerrar la fiesta con una fantasía, pese a que el equipo no pudo de nuevo lucirse.

Los europeos habían dado la sorpresa al ponerse en ventaja con un cabezazo de Renan Bardini (8), de quien se puede decir que no hay peor cuña que la del mismo palo por haber nacido en el estado brasileño de Santa Catarina y naturalizado bielorruso.

Brasil (6 puntos) jugará con Nueva Zelanda (1) y Belarús (3) contra Egipto (1) el miércoles en una llave en la que falta aún definir su ganador y el segundo clasificado.

En el partido preliminar, Nueva Zelanda y Egipto empataron 1-1 y conservaron así esperanzas de clasificarse.

En la segunda etapa, el DT Mano Menezes quemó las naves y ordenó la entrada de un hombre de ataque, Ganso, por el volante de marca Sandro, pero fue Oscar, de pobre faena en la primera parte el hombre al que se le prendió la lamparita y le imprimió otra dinámica a la Seleçao.

El arquero Aleksandr Gutor le tapó un remate franco y un tiro libre a Oscar, que merecía su gol.

Se sabía que los bielorrusos iban a plantear un diseño táctico conservador pero tocaron un extremo al pararse en la cancha con una insólita línea de 5 defensas, liderados por Sergei Politevich e Igor Kuzmenok, a los que se acoplaba un sexto hombre de contención, el capitán Stanislav Dragun.

Brasil movió entonces sus dos alas de ataque, una formada por Rafael-Hulk y otra por Marcelo-Neymar, con Pato más suelto, mientras que Romulo y Sandro cuidaban sus espaldas.

Un prolongado ¡Oh! de asombro estremeció las tribunas cuando Aleksei Kozlov metió un centro a la olla y Renan le ganó en el salto a la dupla de zagueros Juan-Thiago Silva para colocarle el balón a Neto al lado de un palo.

La trinchera roja se hizo más profunda y Oscar no lograba inspirarse por lo que Brasil pasó a depender de las esporádicas iluminaciones de Neymar.

Belarús había comprobado que Brasil no era el ‘cuco’ y Renan, en sociedad con Dmitry Baga y Sergei Kornilenko, se atrevieron varias veces a salir de su encierro y presionar en ataque.

Pero la Seleçao tomó el control de la pelota, a rotar, a tocar, a imponer una circulación que establecía un imperio verdeamarillo en toda la cancha.

El problema es que no hallaba el hueco, el callejón, la fisura.

Las filigranas fantasiosas de Neymar no parecían ser la fórmula para romper la monotonía.

Fue así como el estadio hizo honor a su mote de El Teatro de los Sueños porque durante más de media hora fue un bostezo el encuentro, un tedioso fluir de la pelota en poder de Brasil chocando una y otra vez contra una barrera bielorrusa implacable y tenaz.

Aunque al final acabarían llegando los goles brasileños, con el festival de Neymar.