El barítono ruso Evgueni Nikitin, que debía interpretar el papel principal de la nueva producción de la ópera “El buque fantasma” en el Festival de Bayreuth, se vio obligado a anular su presencia debido a un tatuaje nazi realizado en su juventud, a cuatro días del estreno.

“He decidido renunciar a mi papel en el Festival de Bayreuth (…) “No era consciente del alcance de las irritaciones y heridas que pueden engendrar estos signos y símbolos, en particular en Bayreuth”, declaró el barítono de 38 años, en un comunicado publicado en la página internet del certamen.

“Me hice esos tatuajes cuando era joven. Fue un error grande en mi vida y me gustaría no haberlo hecho nunca”, añadió Nikitin, primer ruso en conseguir un papel principal en la historia de Bayreuth, el prestigioso festival alemán dedicado al compositor Richard Wagner.

El viernes por la noche, el programa cultural de la televisión pública alemana ZDF, “Aspekte”, mostró imágenes del tatuaje del cantante en el busto, concretamente justo encima del tórax. Se vislumbra una cruz gamada sobre la que se ha tatuado otro dibujo.

En su juventud, Evgueni Nikitin, adepto del rock duro, tocaba la batería y la guitarra en un grupo de heavy metal. “Rock, sexo y drogas” marcaba el ritmo de su día a día. Fue por aquel entonces cuando se hizo tatuajes en todo el cuerpo. “Todos mis amigos tenían tatuajes”, contó a ZDF.

Tras haber estudiado canto, este hijo de un director de coro trabaja ahora en uno de los templos mundiales de la música clásica, el teatro Mariinsky de San Petersburgo.

En el programa de ZDF, Nikitin declaraba que su papel en Bayreuth “era un gran honor, como representante de la vieja escuela rusa”.

La decisión de Nikitin de retirarse está “completamente en armonía con la política del Festival de rechazar la ideología nacionalsocialista bajo cualquiera de sus formas”, declararon los organizadores del certamen.

Jan Philipp Gloger, el joven escenógrafo alemán de “El buque fantasma”, consideró que “las consecuencias artísticas eran inmensas” para esta producción, que contará con la batuta de Christian Thielemann, considerado oficiosamente como el jefe musical del festival.

Ahora los organizadores disponen de cuatro días para encontrar un cantante para el papel principal de su nueva producción de apertura prevista el 25 de julio, que como cada año reunirá a la flor y nata de la política, la economía y el mundo del espectáculo alemán.

Dedicado únicamente a Wagner (1813-1883), Bayreuth reúne durante un mes en Baviera, en el sur de Alemania, a los aficionados del compositor, considerado un genio pero conocido también por su antisemitismo.

Los vínculos del Festival con los dirigentes de la dictadura nazi constituyen uno de los capítulos más sombríos de la historia de la música en Alemania. Adolf Hitler solía acudir a él para escuchar a su compositor preferido.

Los escasos conciertos en Israel en los que se interpretan piezas de Wagner han sido motivo de polémica, como sucedió en julio de 2001 cuando el director de orquesta argentino-israelí Daniel Barenboim dirigió en Tel Aviv un fragmento de Tristán e Isolda.

El 26 de julio de 2011, se hizo un intento por mejorar la relación entre Israel y Wagner. La Orquesta de Cámara Israelí (OCI) triunfó en Bayreuth con el poema sinfónico “El idilio de Sigfrido”.

“El buque fantasma”, que se inspira en la obra del poeta alemán Heinrich Heine, cuenta la maldición del “holandés errante”, condenado a errar eternamente por los mares hasta encontrar el amor.