La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue vigilada por los servicios oficiales de espionaje después de la dictadura militar (1964-1985), bajo el gobierno democrático de Fernando Collor de Mello, según documentos de inteligencia divulgados este miércoles por la prensa.

Rousseff fue encarcelada y torturada por los militares a comienzos de los años ’70 por su vinculación con grupos guerrilleros opuestos a la dictadura.

Después del fin de la dictadura, Rousseff continuó “siendo monitoreada” por los servicios de inteligencia que actuaron en el gobierno de Collor de Mello (1990-1992), según registros de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia difundidos por el periódico O Globo.

“El nombre de Dilma aparece en un informe de inteligencia todavía asociada a su actividad en la oposición al régimen militar y con menciones a las organizaciones de izquierda de las cuales hizo parte”, agregó el diario, que presentó una reproducción de los registros.

Entonces, Rousseff se desempeñaba como funcionaria del gobierno estatal de Rio Grande do Sul (extremo sur).

“En abril de 1991, el nombre de Dilma aparece en otro informe de los agentes infiltrados”, esta vez relacionado con su nombramiento como presidenta de la Fundación de Economía y Estadística, dijo O Globo.

Según esa versión, los espías del gobierno de Collor de Melo también seguían las acciones del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, entonces dirigente del Partido de los Trabajadores (PT, en el gobierno), padrino político y antecesor de Rousseff.

Cuando tenía 22 años, la ex guerrillera y hoy presidenta de Brasil fue sometida por la dictadura a sesiones de tortura que incluyeron choques eléctricos y palizas que le dislocaron la mandíbula, según relató la mandataria hace unos años.

Este año, Rousseff instaló una Comisión de la Verdad para investigar las denuncias de violaciones de derechos humanos durante la dictadura, pero sin levantar la amnistía a los represores vigente desde 1979.