Los griegos volverán a votar el domingo en unas elecciones legislativas que toda Europa mira con gran interés y preocupación, ya que serán una especie de referéndum, a favor o en contra, de la permanencia de Grecia en la eurozona.

Las consecuencias de estos comicios cruciales serán inmediatamente sopesadas en la cumbre del G20 que reunirá el lunes y martes próximos en Los Cabos (oeste de México) a los países ricos y emergentes.

Todos los dirigentes europeos y el presidente estadounidense Barack Obama advirtieron a los nueve millones de electores griegos sobre las consecuencias de la votación del domingo en su propio país y en la eurozona.

La Bolsa de Nueva York cerró el viernes al alza, en un mercado que apostaba por una intervención de los bancos centrales en caso de que las elecciones en Grecia arrojen un resultado desfavorable a la permanencia del país en la zona euro.

El precio del petróleo cerró con una ligera alza en Nueva York en un mercado sin grandes tendencias, también a la espera de las elecciones del domingo en Grecia.

El euro se estabilizaba ante el dólar frente a las perspectivas de las elecciones griegas y sus consecuencias económicas y políticas.

Las principales bolsas europeas cerraron en alza, estimuladas ante la perspectiva de una intervención concertada de los grandes bancos centrales tras las elecciones del domingo, y en caso de turbulencias en los mercados.

“¿Estar o no estar en la zona euro? Esa es la cuestión”, dijo el ex primer ministro griego Lucas Papademos, parafraseando a Hamlet de Shakespeare para resumir el dilema de los griegos el próximo domingo.

A dos días de las elecciones, que se celebran después de que en los comicios del pasado 6 de mayo no se pudiera formar un gobierno, la derecha y la izquierda radical parecen estar empatados en intenciones de voto.

Sondeos no autorizados dan una ventaja mínima a Antonis Samaras, de 61 años, líder conservador de Nueva Democracia (ND), sobre Alexis Tsipras, de 37 años, jefe de Syriza, según un experto.

Samaras se presenta como el garante del mantenimiento de Grecia en la zona euro, a la vez que quiere renegociar el memorándum, el plan de rigor negociado con los prestamistas internacionales a cambio de la ayuda financiera.

Samaras subrayó en uno de sus discursos que “lo que está en juego en estas elecciones está claro: euro o dracma, gobierno de coalición o no gobierno”.

Samaras, un conservador que se presenta a la vez como nacionalista y eurófilo, no descartó, si no logra la mayoría, dirigir una coalición que incluya otras formaciones de derecha, así como el Pasok socialista.

Su rival de la izquierda radical, mucho más carismático pero temido por los mercados financieros, exige acabar con este memorándum firmado por los partidos tradicionales “sometidos a los dictámenes de los acreedores”.

Alexis Tsipras se ha dado un plazo de diez días para llevar a cabo “una verdadera y dura” renegociación con la UE si toma el mando de Grecia, con la perspectiva de la cumbre europea de los días 28 y 29 de junio en Bruselas.

“Espero que los partidos vayan a cooperar. Que todo el mundo esté unido”, dijo a la AFP Michalis Vlavianos, jubilado de 77 años, quien vive con dificultad con una pensión mensual de 630 euros.

Pese a la intransigencia de los europeos y en particular de la canciller alemana Angela Merkel, en Atenas se considera verosímil un margen de negociación y un apoyo al crecimiento.

“Los términos del compromiso, a firmar de aquí a septiembre, establecerían un plazo adicional de dos años para el saneamiento presupuestario”, afirmó a la AFP un ex consejero de Papademos, a la cabeza del país hasta mayo.

En dos años, Grecia ha recibido una ayuda masiva de 347.000 millones de euros -dos préstamos de 110.000 y 130.000 millones hasta 2015 y una quita de la deuda de 107.000 millones-, el equivalente de una vez y medio su PIB.

Los comicios del 6 de mayo no propiciaron una mayoría ni una coalición de gobierno, sumiendo al país en la incertidumbre y provocando la exasperación en Europa y la suspensión “temporal” del pago de 2.600 millones de euros de ayuda.

Desde entonces, Grecia parece estar al borde de la quiebra, con indicadores al rojo vivo: un PIB en caída del 6,5%, el paro al 22,6%, una hemorragia diaria de depósitos bancarios, y unas arcas públicas que podrían estar vacías a mediados de julio.

Los esquemas de una posible salida de Grecia de la zona euro, una hipótesis rechazada por el 80% de los griegos, se han vuelto recurrentes en los círculos europeos y los medios financieros desde el 6 de mayo.

El último, cerrado a principios de junio por Deutsche Bank, detalla lo que podría ser el periodo de altos riesgos posterior a una suspensión de pagos “tan pronto como a finales de junio o principios de julio”.

Dicho escenario prevé un control de los flujos de capital y de las retiradas de depósitos bancarios, el restablecimiento del papel del Banco de Grecia y la emisión de una moneda o cuasi moneda devaluada en un 50% como mínimo.

Grecia podría entregar pagarés llamados “IOU” (I Owe You) o “GEURO” (Greekeuro) a sus funcionarios y acreedores.