El Papa Benedicto XVI reclamó que ningún poder desprecie la dignidad de toda persona humana, al llegar este viernes a México, y llamó a los católicos a reafirmar su fé.

Les pidió que sean “fermento en la sociedad, contribuyendo a una convivencia respetuosa y pacífica, basada en la inigualable diginidad de toda persona humana, creada por Dios, y que ningún poder tiene derecho a olvidar o despreciar”.

El papa afirmó que rezará “particularmente por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia”.

Así aludió a las guerras de la droga que golpean a México y que han dejado desde diciembre de 2006 más de 50 mil muertos como resultado de pugnas entre los cárteles y la represión militar.

Joseph Ratzinger se dijo complacido de estar en México y en América Latina. “Deseo estrechar las manos de todos los mexicanos y abrazar a las naciones y los pueblos latinoamericanos”, declaró al iniciar su primera visita a un país de lengua española de América en siete años de pontificado.

“La Iglesia no compite con otras iniciativas privadas o públicas. No pretende nada más que hacer de manera desinteresada y respetuosa el bien”, señaló el Pontífice que llegó en la tarde del viernes al aeropuerto de Guanajuato en la ciudad de Silao, donde fue recibido por el presidente Felipe Calderón.

De esta manera, el papa aludió a las tensiones en torno al creciente laicismo en México, que se ha traducido en reformas vinculadas a la familia, al aborto y a las uniones homosexuales.

La Ciudad de México ha aprobado en los últimos años leyes que despenalizan el aborto antes de las 12 semanas de embarazo y autorizan el matrimonio con plenos derechos de personas del mismo sexo.

Benedicto XVI señaló su esperanza en que “este pueblo haga honor a la fe recibida y a sus mejores tradiciones”, ante la disminución de las prácticas religiosas que se registra en el país y la violencia relacionada con el narcotráfico que deja 50 mil muertos en cinco años.

El Papa se refirió al Cristo del Cubilete, una majestuoso imagen religiosa en León, el cual, dijo, “manifiesta la raigambre de la fe cartólica entre los mexicanos”.

Ese monumento fue bombardeado en 1926 durante la insurrección de la “cristiada” y posteriormente fue reconstruido.

El estado central de Guanajuato al que llegó el papa, fue escenario entre 1926 y 1929 de la Guerra Cristera, una insurrección de milicias católicas contra las leyes anticlericales del gobierno laico nacido de la revolución mexicana de 1910.

Durante el viaje, a bordo del avión papal, el sumo pontífice denunció ante la prensa “las falsas promesas y mentiras del narcotráfico en México”.