El cambio de estación puede provocar un síndrome afectivo, conocido como depresión otoñal. Las modificaciones de los ritmos vitales derivadas de la reducción de horas de luz y de la llegada del frío son el origen de este trastorno psicológico que afecta principalmente a mujeres de entre 25 y 45 años.

Los síntomas más frecuentes suelen ser la desmotivación, la sensación de tristeza, la reducción de las habituales energías, irritabilidad, disminución del deseo sexual, reducción o aumento del apetito e incremento del sueño o insomnio.

Según explica la Co-directora del Centro Psicoanalítico Argentino en el portal Psicoactiva.com, “algunas personas, con la llegada del otoño, advierten que su estado de ánimo decae a punto tal que, pierden la iniciativa, la energía vital; comienzan a preferir los alimentos dulces y en especial el chocolate, se desinteresan por el contacto social y la mayoría de las veces, los problemas del sueño, vuelve irritable su carácter”.

En este sentido, indica que los factores que desencadenan este cuadro pueden ser genéticos, biológicos, hormonales, o psicosociales (sensación de inadaptación).

Pero no está todo perdido, pues se pueden seguir algunos tratamientos para paliar el trastorno. Entre ellos está la luminoterapia o fototerapia, que consiste en la exposición a una luz blanca brillante por al menos 2 horas al día en un periodo mínimo de 2 semanas.

También está la orientación psicoeducativa, es decir, una serie de consejos que pueden ayudar al paciente a sentirse mejor. Las recomendaciones más comunes son: aprovechar los días soleados con paseos y caminatas, hacer ejercicio, instalar lámparas de alta potencia en el hogar y en el trabajo, evitar la oscuridad, entre otros.

Esto se puede complementar con psicoterapia y en los casos más severos se puede instruir el uso de fármacos.