Una misión internacional de científicos y artistas partió la noche del jueves en velero desde el puerto mexicano de La Paz, Baja California, a la isla de Clipperton en el Pacífico, a realizar un abordaje multidisciplinario sobre los efectos del cambio climático.

Al frente de la expedición a la isla, de soberanía francesa y ubicada a 1.300 km del territorio mexicano, está el británico Jonathan Bonfiglio, quien trabajará con 19 científicos y artistas de ocho países, informó la organización ecologista Greenpeace, promotora del viaje junto con el Consejo Británico.

Además de Bonfiglio, productor y escritor, en el equipo destacan los franceses Manon Fourriere (ecologista) y Jean Morschel (geógrafo), el escocés Charles Engebresten (escultor), el español Felipe Sanmartín (sociólogo) y el mexicano Pablo Raphael (escritor).

Cada uno creará obras en su campo que formarán parte de una exposición itinerante que será mostrada primero en Gran Bretaña en julio próximo.

Los expedicionarios partieron en tres veleros dirigidos por el capitán estadounidense Clark Beek. La travesía de ida llevará unos cinco días, los trabajos en la isla, 20, y la vuelta, otros cinco días, por lo que el regreso se prevé para el 30 de marzo.

Clipperton, de 6 km2, ha sido objeto de distintas expediciones, una de ellas encabezada por el explorador francés Jacques-Yves Cousteau en 1981.

La isla lleva el nombre del pirata inglés que la descubrió en 1705, John Clipperton, pero seis años después dos navegantes franceses la rebautizaron como “Ile de La Passion” (Isla de la Pasión) y la declararon territorio francés.

Clipperton es “un laboratorio para conocer, entender, difundir y buscar soluciones a los problemas de los ecosistemas marinos”, particularmente vulnerables al cambio climático, ha dicho Greenpeace.

México, al consumar su independencia la anexó a su territorio en 1824 desatando disputas entre mexicanos, franceses y estadounidenses por su posesión. La isla es rica en guano, comercializado como fertilizante en el siglo XIX.

A principios del siglo XX, los habitantes de la isla, bajo dominio mexicano, sumaban un centenar, entre trabajadores y sus familias, que recibían provisiones desde México.

Al estallar la revolución mexicana en 1910, las provisiones cesaron y vino el hambre, la enfermedad y la muerte. Los últimos sobrevivientes de la isla, cuatro mujeres y siete niños, fueron rescatados en 1917 por un barco estadounidense. En 1931 el territorio pasó a soberanía francesa.