Las víctimas de un presunto robo y tráfico de bebés iniciado durante la dictadura franquista exigieron el viernes que la fiscalía general del Estado español investigue ampliamente una práctica en la que ya se denunciaron más de 1.400 casos.

Tres organizaciones de defensa de las familias de bebés robados entregaron una petición con 89.666 firmas a la oficina del Fiscal General del Estado pidiendo que cese el archivo de las denuncias y se reabran los casos cerrados.

En el último año se presentaron más de 1.400 denuncias de presuntos robos de recién nacidos a sus madres en maternidades de toda España, según los impulsores de la petición.

“Las instituciones siguen permitiendo que se produzca el archivo masivo de nuestras denuncias, en muchos de los casos, sin una investigación exhaustiva”, afirmó la portavoz Soledad Luque Delgado, tras la entrega de la petición.

“Sabemos que nadie nos devolverá el tiempo, ni la parte del alma que hemos perdido”, aseguró. “Nadie puede compensar a unos padres que no han visto crecer a sus hijos, ni a los que no hemos podido compartir la vida con un hermano, ni a los que han basado su existencia en una falsa identidad, en una mentira”, agregó.

“Pero, por lo menos, nos debería quedar el consuelo de saber la verdad”, agregó Luque, tras una manifestación de decenas de familiares que denuncian el robo de bebés.

Anadir, una de las tres organizaciones impulsora de la petición, considera que hasta 300.000 recién nacidos podrían haber sido robados durante la dictadura franquista (1939-75) y hasta finales de los años 80.

En vigor de un decreto de 1940, el Estado español podía quitar la custodia a las familias si consideraba que la “educación moral” de los niños estaba amenazada.

El decreto permitía así a la dictadura separar a los niños de las mujeres encarceladas del bando republicano, que perdió la Guerra Civil, y entregarlos a órdenes católicas o darlos ilegalmente para adopción.

Al término del franquismo en 1975, los responsables de algunas clínicas vieron la posibilidad de hacer negocio vendiéndolos a familias que no podían tener hijos, según Anadir.