Más de 70 personas de ambos bandos murieron en incidentes violentos en Siria en las últimas 24 horas, que fueron unas de las más mortíferas en ocho meses de revuelta popular contra el régimen de Bashar al Asad, decidido a proseguir con la represión pese a su creciente aislamiento.

El lunes, en una de las jornadas más sangrientas desde el comienzo de la contestación el 15 de marzo, murieron 23 civiles en Deraa (sur) y otros cuatro en Homs (centro), eje de la revuelta, afirmó este martes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), en la víspera de una reunión de la Liga Árabe que supuestamente confirmará la suspensión de la participación de Damasco en la organización.

Pero un activista de derechos humanos ya teme que el régimen de Asad “amplifique su represión sangrienta” contra los manifestantes prodemocráticos, a raíz de la decisión de la Liga Árabe, que también amenazó a Damasco con sanciones económicas.

En Deraa también fallecieron “34 soldados en enfrentamientos con hombres armados, aparentemente desertores, de los que fallecieron 12″, añadió la ONG.

No es posible confirmar estos balances debido a que los medios de comunicación no pueden circular libremente por el país. En cualquier caso, la ONU cifra en 3.500 los muertos por la represión.

Además de manifestaciones pacíficas que piden la caída del régimen, desde hace un mes se han multiplicado los enfrentamientos armados entre desertores y soldados, lo que hace temer que el país se hunda en una guerra civil.

El régimen de Asad hace oídos sordos a los llamamientos internacionales y regionales que piden el cese de la represión y ni siquiera reconoce el alcance de la revuelta. Las autoridades afirman luchar contra “bandas terroristas armadas”.

Aunque se encuentra cada vez más aislado desde que sus aliados árabes le dieron la espalda por incumplir la aplicación de un plan que preveía la retirada de las fuerzas armadas de las ciudades y la liberación de los manifestantes detenidos, Damasco no da su brazo a torcer.

Su ministro de Relaciones Exteriores Walid Muallem, afirmó que su país “no cederá y saldrá fortalecido” porque los complots urdidos contra Siria fracasarán.

El miércoles, los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe se reunirán en Rabat para ratificar la suspensión siria y examinar un mecanismo para la protección de los civiles. También, quieren enviar 500 miembros de organizaciones árabes de derechos humanos, de la prensa y observadores militares al país.

El rey Abdalá II de Jordania fue más lejos pidiendo a Asad que “deje el poder”.

Tras estas declaraciones, un centenar de personas se manifestaron frente a la embajada de Jordania en Damasco, como ya había ocurrido días antes con otras delegaciones diplomáticas árabes en la capital siria.

Entretanto, la Unión Europea extendió sus sanciones contra el régimen sirio a 18 personas y decidió congelar los créditos europeos al país. Estados Unidos se congratula por el refuerzo del consenso contra Asad, pero Rusia y China siguen bloqueando toda iniciativa en el Consejo de Seguridad de la ONU.