Negociadores de todo el mundo buscarán desde este sábado en Panamá mantener vivos los esfuerzos globales en la lucha contra el cambio climático con miras a la cumbre de la ONU sobre el clima en Sudáfrica y a poco más de un año de que expiren los compromisos del Protocolo de Kioto.
En lo que ha sido descrito como la ‘prueba del vestido’ para la conferencia de la ONU sobre el clima en Durban, Sudáfrica, que empieza el 28 de noviembre, negociadores de todo el mundo sostendrán una semana de conversaciones, entre el 1 y el 7 de octubre, en Ciudad de Panamá.
Esas conversaciones se proponen abonar el terreno para un amplio acuerdo que incluiría compromisos nacionales para bajar las emisiones de carbono -a las que se responsabiliza de las crecientes temperaturas- y lineamientos para la distribución de miles de millones de dólares en ayuda a las pequeñas islas y otros países pobres, considerados los más vulnerables al cambio climático.
“Los países parecen estar buscando que en Durban se acuerde un paquete para mantener el impulso, pero no creo que el nivel de ambición sea demasiado alto”, dijo Tasneem Essop, titular de estrategia climática del grupo ambiental WW.
“El temor es que no cumplamos con el cronograma que fijaron los científicos para que nuestras emisiones no aumenten más allá de 2015″, dijo.
Cientificos respaldados por la ONU han advertido que el aumento de las emisiones de carbono debe detenerse a mediados de esta década, o el daño del cambio climático será irreversible, con más sequías, inundaciones y desastres naturales.
El desafío más inmediato es el futuro del Protocolo de Kioto, el único tratado que exige recortes en las emisiones de CO2. Sus compromisos expiran a fines de 2012, con la Unión Europea a la vanguardia de los llamados para extenderlos.
Economías emergentes como China -actualmente el mayor emisor de carbono del mundo- han dado la bienvenida a la idea de una extensión de Kioto, que sólo requiere recortes de emisiones a los países ricos.
Pero además de la UE, ninguna otra gran nación que se vería afectada por una extensión del Protocolo de Kyoto se ha mostrado entusiasta. Canadá, Japón y Rusia se oponen de plano, con el argumento de que una acción vinculante debe incluir a las potencias emergentes.
Australia y Noruega han buscado salir del callejón con una propuesta conjunta: que la cumbre de Durban fije el objetivo de alcanzar un nuevo tratado, vinculante, para 2015.
Bajo esta iniciativa, todos los países desarrollados y en desarrollo fijarían su accionar contra el cambio climático y los compromisos aumentarían gradualmente hasta que el nuevo tratado entre en vigencia.
Observadores estiman que los grandes puntos son cómo preservar las instituciones creadas por el Protocolo de Kioto, como el comercio con bonos de carbono, y evitar una brecha de tiempo sin un tratado.
“Creo que hay un acuerdo general de que para el final de esta década el objetivo debería ser tener algo más amplio y profundo” que Kioto, dijo Alden Meyer, director de estrategia y política de la Unión de Científicos Preocupados (UCS, por su sigla en inglés).
“Las grandes interrogantes son cómo se llega a ese punto y qué ocurre mientras tanto”, dijo.
Estados Unidos es la única potencia económica que rechazó el Protocolo de Kioto, por lo que no tendría obligaciones bajo una nueva ronda. No obstante, ha reiterado con insistencia que China y otros países emergentes deben estar bajo el manto de un nuevo acuerdo.
Los esfuerzos del presidente estadounidense Barack Obama contra el cambio climático han perdido fuerza con miembros del Partido Republicano, que controla la Cámara de Representantes, cuestionando los puntos de vista de los científicos acerca de que la actividad humana provoca el cambio climático.
La situación política de Estados Unidos agrega dudas sobre si el mundo desarrollado cumplirá las promesas realizadas en la tensa cumbre de Copenhagen, en 2009, para proporcionar 100.000 millones de dólares anuales en asistencia por el cambio climático a los países pobres a partir de 2020.
Japón ha sido por lejos el mayor contribuyente a la asistencia climática en el corto plazo, pero ahora enfrenta la recosntrucción del sismo y tsunami de marzo pasado. La UE ha prometido aumentar los fondos, pero enfrenta una crisis de deuda pública.
“Esto no es caridad. Está en el propio interés que estos compromisos se mantengan”, dijo Meyer, quien argumentó que la ayuda promoverá las exportaciones de tecnología limpia y mejorará la seguridad.
Pero si el dinero llega “es una pregunta legítima dado que el foco político en estos tres importantes donantes está en sus propias situaciones fiscales”, indicó.