Los mosquitos macho esterilizados mediante ingeniería genética podrían ser un arma eficaz contra la malaria, indicó un estudio anglo-italiano difundido el lunes en Estados Unidos.

Científicos del Imperial College de Londres dijeron que al manipular genéticamente a los mosquitos macho para que no produzcan espermatozoides, las hembras pueden aparearse con ellos, pero ponen huevos no fecundados que no se convierten en larvas de mosquitos.

Como las hembras de la especie Anopheles gambiae, principal responsable de la propagación de la malaria en África, se aparean sólo una vez en su vida, el descubrimiento podría tener vastas implicaciones para una enfermedad que mata a casi 800.000 personas al año.

La multiplicación por millones de los mosquitos Anopheles macho “podría inhibir el crecimiento de su población y reducir el riesgo de malaria”, indicaron los investigadores en el estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

La malaria o paludismo es una enfermedad producida por parásitos trasmitidos por mosquitos del género Anopheles. Solo los mosquitos hembra son vectores de la enfermedad, porque las hembras necesitan alimentarse de la sangre que succionan de animales o humanos para madurar los huevos.

Los científicos crearon 100 machos estériles inyectando una proteína en los huevos de mosquitos que alteró el desarrollo de los testículos de los machos, pero no afectó ninguno de sus otros comportamientos o funciones sexuales.

Al observar sus procesos de apareamiento en un laboratorio, encontraron que los machos todavía producían líquido seminal y las hembras se apareaban con ellos como de costumbre.

Las hembras actuaron como lo hacen en circunstancias normales, alimentándose de sangre después de aparearse y poniendo un lote de huevos. No intentaron un nuevo apareamiento a pesar de que sus huevos no dieron descendencia.

“Este es un momento emocionante en que la genética moderna proporciona una serie de nuevas ideas sobre cómo controlar los principales insectos vectores de enfermedades humanas, incluyendo el mosquito Anopheles gambiae, quizás la especie de insectos más peligrosa para la humanidad”, dijo el coautor del estudio, Charles Godfray, de la Universidad de Oxford.

“Muchas de estas técnicas implican alterar los patrones naturales de apareamiento y para conseguir que éstos funcionen es fundamental una comprensión muy buena del apareamiento y la reproducción de los mosquitos”.

La malaria se cobró 781.000 vidas en 2009, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que encabeza los esfuerzos para distribuir mosquiteros tratados con insecticida y para fumigar los sitios de reproducción.

Cerca de 90% de las muertes anuales por malaria ocurren en África y el 92% de éstas son de niños menores de cinco años.