Parejas amándose y figuras totémicas se ven en los cuadros del chileno Roberto Matta colgados en la exposición parisiense que celebra su centenario, “Temblor de cielo”, en la que también hay obras de dos compatriotas suyos, Enrique Zañartu y Eugenio Téllez.

El poderoso imaginario surrealista chileno aflora en “Temblor de cielo”, muestra instalada en la Casa de América Latina, bautizada con el título de un libro de poemas de Vicente Huidobro, escritor muy ligado a la vanguardia parisiense en los años 20.

La exposición, organizada con apoyo de la embajada de Chile en Francia, forma parte de las celebraciones del centenario del nacimiento de Matta (11 de noviembre de 1911) de quien se muestran grandes telas, raras veces exhibidas, pintadas en los años 60 en la isla eólica de Panarea (Italia), donde el pintor tenía una casa.

“En el ser humano hay una necesidad de concebir el dónde, el territorio donde se está”, se le escucha decir a Matta en una entrevista, filmada por su hijo Ramuntcho y proyectada en la exposición.

“Una temporada de trabajo afortunada en Italia y el encuentro con una materia rica en sugerencias elementales, la tierra rojiza del campo romano: todo ello está en los orígenes de estas pinturas casi monocromáticas, donde frescos que van de lo prehistórico a lo totémico y la ciencia-ficción se agitan como si estuviesen guiadas por el sonido de un saxofón subterráneo”, escribía Italo Calvino en 1963.

En su sobriedad y hondura estos cuadros, pintados con tierra, arcilla y caliche sobre telas de fique, son una muestra excelente del camino abierto por Matta, gran arquitecto de los sueños espaciales y humanistas, en el movimiento pictórico del siglo XX.

“Hay geometrías que no han sido imaginadas”, afirma el pintor, quien comenzó su trayectoria artística tras graduarse como arquitecto. El vídeo lo muestra trazando rayas blancas con su pincel en el cuadro que estaba trabajando en ese entonces en su estudio de Civitavecchia, ciudad cercana a Roma, donde murió en 2002.

Una de las obras se llama “Cinecitta”, lo que invita a mirarla con los ojos del espectador de cine. Matta, compañero de ruta de Pablo Picasso, Salvador Dalí, Joan Miró, Marcel Duchamp, Max Ernst, Yves Tanguy, entre otros, seguía hablando como arquitecto, diciendo que deseaba “construir una conciencia” con su pintura.

“Matta nos lanza a un espacio interestelar infinito”, dice en otro texto el poeta martiniqués Edouard Glissant, afirmando que el chileno “no pretende representar lo real, sino lo que se trama por debajo”.

En esta exposición el público parisiense tiene además la oportunidad de descubrir o redescubir obras del pintor y grabador Enrique Zañartu (1921-2000) y de Eugenio Téllez.

Zañartu, “alto y delgado como Chile”, como lo describió el poeta Michel Deguy, era un artista muy vinculado al Atelier 17, fundado por el pintor británico Stanley William Hayter.

Deguy dice que si le tocara describir el trabajo de Zañartu hablaría de “itinerarios animalescos, de inusitadas joyas del desierto, de élitros y clavículas, de cálices carnívoros”.

Por su parte el escritor Jorge Edwards, actual embajador de Chile en Francia, amigo de Eugenio Téllez (1939), habla en el catálogo de esta exposición “de los lazos más bien libres de Téllez con el surrealismo, lazos que perduran hasta hoy”.

“La obra de Téllez es abigarrada, narrativa, preocupada por personajes nocturnos (…) Su obra es un conjunto de cifras, de signos, de guiños, de ejercicios de la memoria, y nos corresponde a nosotros descifrarlos”, dice Edwards.