La familia del pequeño Cristóbal, menor que fue trasplantado de hígado con éxito el año pasado, quiso dar a conocer su testimonio y la importancia de contar con una ley de donación de órganos.

La Atrecia de Vía Biliar, en términos médicos es una colangiopatía obstructiva infrecuente, que se presenta en
la etapa neonatal. En términos comunes, es la incapacidad que tiene el hígado de funcionar por la obstrucción de las vías.

Esta poco frecuente enfermedad le fue diagnosticada a Cristóbal Gómez al mes de nacido, por lo que fue tratado en un primer momento con terapia y no resultó, instancua en la que sus padres viajaron junto a él a Santiago para hacer la exploración de Kasai, técnica que se ocupa para despejar las vías del hígado, tratamiento que tampoco resultó y allí supieron que el menor debía ser trasplantado.

El primer donante iba a ser su padre, Jorge Gómez, sin embargo luego de una serie de exámenes, fue descartado por incompatibilidad de los vasos.

Finalmente Cristóbal, quien ya se encontraba en el hospital Calvo Mackena, quedó en lista de espera prioridad 1 a nivel nacional debido a su deteriorado estado, hasta que apareció un donante adulto compatible. No obstante, según los médicos el menor tenía un 70% de probabilidad de no salir bien de la operación, la que se realizó el 17 de noviembre y tuvo una duración de 14 horas.

El padre, Jorge Gómez, al igual que la mayoría, no sabía que había que hacer en caso de trasplante, señalando que existe falta de información y legislación al respecto.

El padre del menor, además de estar agradecido de la labor de los profesionales del Hospital Base, señaló que curiosamente habían en Santiago 4 menores que eran de Puerto Montt con la misma enfermedad, quienes también están a la espera de un trasplante hepático.