Los avances de la neuroimaginería permiten encontrar en el cerebro huellas de un dato memorizado, sobre todo cuando se trata de adivinar entre un pequeño número de variables, pero la posibilidad de leer la mente como un libro abierto queda aún muy lejos.
“Podemos esperar comprender cómo funciona el cerebro, pero nuestra capacidad de leer el cerebro de un individuo en un momento dado es muy limitada”, asegura Stanislas Dehaene, director del laboratorio de neuroimaginería cognitiva del centro Neurospin, situado cerca de París.
En el diagnóstico por imagen “se necesita la colaboración de la gente”, explica Dehaene, que precisa que “es muy fácil impedir que ese examen funcione”.
Basta con algunos movimientos, una distracción o simplemente apretar los dientes para “arruinar un examen EEG”, un electroencefalograma.
¿Cómo adivinar si una persona tiene en mente un 2 o un 4? En las pruebas de diagnóstico por imagen “superamos el azar”, según el profesor Dehaene.
“Si tomamos dos números, por ejemplo el 2 y el 4, hay un 50% de posibilidades de acertar. Nosotros llegamos a acertar en un 60%”, lo que es “una proeza”, según él. El especialista destaca no obstante los límites de estos resultados estadísticos. Leer el cerebro de una persona en un momento preciso queda muy lejos, pero “empezamos a comprender el código”, asegura.
Otros laboratorios han hecho experimentos con imágenes: una casa, un rostro, una cruz blanca. En las señales de neuroimaginería algunos motivos particulares han permitido adivinar lo que el cerebro ha visto.
Ya en 2008, el equipo de Jack Gallant, de la Universidad de California, obtuvo resultados sorprendentes. Pidió a dos voluntarios mirar 120 imágenes sometidos a una resonancia magnética, que permite localizar las zonas del cerebro que entran en actividad.
Con ayuda de un programa informático y de los datos obtenidos cuando esos mismos voluntarios miraron otras 1.750 imágenes, el equipo intentó identificar lo que veían. El porcentaje de éxito fue de 92% con un voluntario, y de 72% con otro, según un estudio publicado en la revista científica Nature.
Dehaene insiste en que no se debe “fantasear con que las imágenes del cerebro leerán o controlarán el pensamiento. Está muy fuera de alcance”.
El cerebro, con sus 100.000 millones de neuronas y su red de 1.000 billones de conexiones, guarda sus misterios. Desentrañarlos permitiría tratar mejor ciertas enfermedades. Y también, según Dehaene, facilitar la detección de señales de conciencia en pacientes incapaces de moverse y de hablar, en estado vegetal.
Con un consumo de apenas 20 vatios, igual que una bombilla pequeña, el cerebro humano también hace soñar a quienes quieren inspirarse en él para revolucionar la informática.
Según Dahene, el cerebro es “a la vez lento y rápido”. Las neuronas “no son nada rápidas, al contrario que los chips electrónicos”.
Sin embargo, la facultad de tratar múltiples operaciones al mismo tiempo permite a nuestro cerebro “reconocer una cara o una palabra, en 200 milisegundos”, sin que se sepa bien cómo se produce ese proceso.