Novak Djokovic, el talentoso serbio actual número dos del mundo, estableció un parámetro diferente a partir del pasado lunes y mientras dure su actual status: ahora él jugará con Rafael Nadal(1) o Roger Federer (3) los partidos finales de los grandes torneos en los que se encuentren, la mayoría de los Master 1000 y los del Gran Slam, preferentemente.

Hasta el certamen de Indian Wells el balcánico era el número tres del mundo, pero se dio un gran gusto al ganarle a Federer en semifinales desplazándolo del segundo lugar de la ATP, y a Rafael Nadal en la final.

Ahora Djokovic, quien está invicto en lo que va del año con tres títulos en su haber, Abierto de Australia, Dubai y el reciente Master 1000 de Indian Wells, buscará consolidarse en Miami, ciudad que a partir de mañana disfrutará del clásico certamen de Key Biscayne, el segundo Master 1000 del año y de acuerdo a la opinión de gran parte del mundo del tenis, el mejor de todos los torneos de esa categoría que contará con la presencia de los mejores tenistas del ranking femenino y masculino.

El serbio aparece como el gran favorito, más allá del actual reinado de Nadal y de la vigencia de Roger Federer.

Djokovic está jugando a un nivel superlativo y se ha dado en este trimestre un par de gustos profesionales que pocos pueden disfrutar: ganarle finales a Federer (Dubai) y a Nadal (Indian Wells). Nole ya está entonces a la altura de los dos mejores jugadores de gran parte de lo que va del siglo 21.

Y puede dar el gran salto en la temporada de canchas lentas e incluso de césped con Wimbledon como certamen cumbre hacia el número 1, si “Rafa” Nadal no alcanza a sostener una gran parte de los 7000 puntos que deberá defender desde los primeros días de abril.

El españoll obtuvo los abiertos de Montecarlo y de Roma, ambos Master 1000 y los campeonatos abiertos de Francia y de Inglaterra. Dominó la arcilla y el césped, es cierto, pero ahora llega el momento complicado. Y Federer también tendrá algo que decir. Para muchos, el suizo es el mejor tenistas de la historia, y no defenderá más de 1600 puntos en ese periodo.

Una gran lucha entonces a partir de mañana en Miami, un torneo querible para todos latinoamericanos. Un certamen con grandes recuerdos para el deporte chileno por aquella gran hazaña de Marcelo Ríos en 1998, con victoria ante Andre Agassi y número 1 del mundo incluido.

La colonia latinoamericana amante de este deporte concurre día a día a Crandon Park para alentar a sus representantes. Banderas chilenas cuando uno de ellos está en cancha (Capdeville en este caso); banderas argentinas para seguir a Del Potro; banderas y símbolos colombianos para apoyar a Santiago Giraldo; uruguayas para ayudar a Pablito Cuevas.

En definitiva 12 días de campeonato grande que acerca a los que se fueron a vivir a esa espectacular ciudad de la Florida norteamericana con sus raíces gracias a los tenistas latinoamericanos que habitualmente, en gran número, llegan al cemento de Miami.

Este año las miradas se posarán en Juan Martín del Potro, semifinalista en Indian Wells la semana anterior, ya 51 del mundo y en una veloz carrera para ubicarse otra vez entre los primeros 20 (en 2009 fue número 4 del orbe tras ganar el Us Open) luego de casi un año sin jugar (2010) por una operación en su mano derecha.

Pero también en Juan Mónaco, en Pablo Cuevas, en Thomaz Bellucci, el brasileño que lleva la pesada carga de heredar al “Guga” Kuerten.

Doce días bajo el sol de la primavera de Miami, con el mejor tenis del mundo y una gran lucha entre los hombres y también entre las mujeres, aunque por el lado femenino hay mayor alivio: Carolina Wosniacki la actual monarca y Kim Clijsters, la mejor en este momento (ganó el US Open 2010 y el Abierto de Australia 2011) no tendrán que mirar que hacen las hermanas Williams: este año, por lesiones, Serena y Venus no estarán presentes en un certamen que contó con ellas como las grandes protagonistas y muchas veces campeonas.