Desbordante de entusiasmo pero limitada a un discurso de condena a ultranza del capitalismo, la Conferencia climática que se desarrolla en Bolivia se presenta más como una reunión en que las víctimas del calentamiento global tienen la posibilidad de quejarse y desahogarse.

En Tiquipaya, poblado vecino de Cochabamba en el centro de Bolivia, unas 20.000 personas, entre indígenas y movimientos sociales de cinco continentes discuten sobre los efectos del calentamiento global.

Los aborígenes se declaran como las principales víctimas del cambio climático, un problema -insisten- que no lo causaron ellos.

“En Alaska, debido al calentamiento global nuestros ríos no están totalmente congelados. Nuestros pueblos los usan como carreteras, pero ahora no pueden viajar con seguridad sobre ellos”, dice a la AFP Brad Garness de la tribu Samish, presente en el encuentro.

El criterio es que el aumento de la temperatura también es la causa para terremotos, inundaciones, la aparición de enfermedades u otros desastres naturales.

“Todos estos fenómenos que están pasando en el mundo son hechos por el hombre; esos hermanos son locos que han provocado muchas enfermedades, muchas cosas han hecho”, afirma por su lado el amauta (sabio) aymara, Lucas Apaza.

Los participantes de la conferencia participan en las 17 mesas de discusión sobre diferentes aristas del calentamiento global.

“Esta cumbre se cumple como una profecía indígena que dice que llegará el día en que gobernantes y pueblos se van a mirar hacia adentro para hablar sobre la Tierra”, declara Tom Goldtooth, indígena del pueblo Dakota de Estados Unidos.

Las temas dominantes se refieren a la propuesta del gobierno boliviano, organizador de la cita, para aprobar la creación de un “tribunal de justicia climática” y la formación de una organización paralela a las Naciones Unidas.

Un tercer tema es impulsar un referendo mundial para obligar principalmente a las naciones industrializadas a aplicar políticas contra el cambio climático o a cumplir, por ejemplo, el Protocolo de Kyoto.

Las responsabilidades de las potencias occidentales en el aumento de la temperatura es un tema recurrente en la conferencia boliviana.

De hecho Bolivia señaló que demandará a los países industrializados ante la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas en La Haya, si tras la cumbre internacional de Cancún que reunirá a las potencias a fin de año, no asumen compromisos para frenar el calentamiento global.

“Si no hay compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, nosotros como Estado de Bolivia, queremos demandar a los países desarrollados ante la Corte Internacional de Justicia”, dijo el embajador de Bolivia ante las Naciones Unidas, Pablo Solón.

El diplomático, uno de las principales responsables en el foro, dijo que “tenemos que actuar con los mecanismos que existen ya, para ponerlos (a los países) en evidencia de que están incumpliendo la Convención Marco de Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto”.

Ya la víspera el presidente boliviano, Evo Morales que si los países industrializados no aceptan su responsabilidad climática deben ser llevadas ante La Corte de La Haya porque “ahora es más importante defender los derechos de la madre Tierra que defender los derechos humanos”.

Pero el propio Morales desvió la atención sobre estos temas con una polémica declaración en que señaló que “el pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas, por eso los hombres cuando comen este pollo tienen desviaciones en su ser como hombres”.

Esto generó críticas internacionales de movimientos homosexuales y de la oposición política, que lamentaron la homofobia en la declaración y que Morales usara una conferencia supuestamente destinada a estudios científicos para divulgar leyendas urbanas.