Un increíble final tuvo el hospital de campaña que el gobierno ruso envió a Chile para la atención de heridos en las zonas más afectadas por el terremoto, ya que tras apenas 15 días de funciones el gobierno decidió que dejara el país por “baja demanda”.
Hospital Ruso | RIA Novosti
Recordemos que el recinto, dotado con casi 50 profesionales que incluyen cirujanos, médicos, traumatólogos, fisiatras, psicólogos y tecnólogos médicos, se decidió que fuera instalado en Puente Alto como apoyo al hospital Sótero del Río, pese a que los propios enviados rusos habían solicitado públicamente ir al centro de la catástrofe.
En la ocasión, el alcalde de la comuna, Manuel José Ossandón, levantó la polémica al agradecer el hospital señalando que “nos hemos enterado que en muchos lugares del sur, no siempre estos hospitales son ciento por ciento aprovechados y a veces generan desconfianza”.
Pero inexplicablemente y pese a los deseos expresados del Edil de que el hospital se quedara “para siempre”, el gobierno confirmó que “debido a la baja demanda”, tanto el equipamiento como sus profesionales abandonarán el país.
“Hemos evaluado en conjunto con ellos que ya no es necesaria su presencia al lado del Sótero del Río”, señaló el ministro de Salud, Jaime Mañalich, a Canal 13, en informaciones recogidas por Emol.
Según consigna el medio electrónico, durante los 15 días que funcionó el hospital alcanzó a realizar 149 atenciones, 200 consultas psicológicas y 45 cirugías.
Por su parte el jefe de la misión rusa, Salavat Mingaleev, lamentó la situación declarando que se trata de una decisión del gobierno. “Nos vamos porque es una decisión a nivel ministerial. Nosotros tenemos que acatar las órdenes”, expresó a Emol.
La situación resulta especialmente incomprensible toda vez que ciudades como San Carlos, Angol o Temuco sufrieron daños totales en sus recintos asistenciales luego del terremoto.
“Mi opinión es que este hospital tenía que trabajar en el lugar de la catástrofe, porque estamos acostumbrados a prestar la ayuda de forma inmediata”, concluyó Mingaleev.
