Greenpeace pidió este martes una moratoria sobre las actividades industriales en el Ártico, una región presuntamente rica en recursos naturales pero frágil.

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La explotación industrial del Ártico “podría a corto plazo generar crecimiento económico y empleos”, declaró Mads Flarup Christensen, responsable nórdico de Greenpeace, durante un seminario en la localidad noruega de Tromsoe, más allá del círculo polar.

“Pero esto no conlleva ninguna garantía de que el ecosistema no será destruido, lo cual afectaría de rebote a las comunidades locales”, añadió en un discurso, del que AFP obtuvo una copia.

Esta moratoria afectaría a la explotación de hidrocarburos y minerales, a la pesca industrial e incluso al transporte marítimo, pero no a la pesca tradicional ni a la caza de la ballena o de la foca practicadas por los lugareños, según la organización ecologista.

Según el Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS), el Ártico podría contener 90.000 millones de barriles de petróleo y el 30% de las reservas de gas del planeta, un maná considerable y cada vez más asequible debido al deshielo.

Pero la región ha sufrido con el derretimiento de la banquisa, un hábitat esencial para el oso blanco, la morsa y algunas focas, y por la acidez de los océanos que afecta al plancton y a unos moluscos esenciales en la cadena alimentaria, dice Christensen.

El Ártico está protegido por un acuerdo concluido en 1959, que frena las reivindicaciones territoriales de los Estados ribereños (Estados Unidos, Canadá, Rusia, Noruega y Groenlandia danesa). Un protocolo de 1991 lo convirtió en una reserva natural dedicada a la ciencia.