Los recientes ataques sufridos por lugares de culto cristianos en Malasia han desacreditado la imagen de un islam moderado e incrementado las tensiones étnicas en el país, estimaron los expertos el martes.
En cuatro días, nueve iglesias y templos fueron atacados con cócteles Molotov en un contexto de fuerte polémica después de una primera decisión de la justicia autorizando a un diario católico a utilizar la palabra árabe “Alá” para designar a “Dios” en sus ediciones en lengua malaya.
Para el gobierno, que apeló esta decisión, semejante autorización provocaría una confusión y podría alentar conversiones religiosas, una iniciativa ilegal en un país donde el islam es la religión oficial.
Ante la cólera de determinados grupos islámicos y las presiones gubernamentales, el Alto Tribunal se retractó la semana pasada respecto a su fallo, en espera de un pronunciamiento del Tribunal de Apelaciones.
Esos ataques “son un golpe a la imagen de Malasia como país musulmán moderado”, afirmó Azmi Sharom, de la universidad Malaya.
Según este experto, el gobierno trata sobre todo de asegurarse el respaldo de los musulmanes (62% de la población).
En el país hay 10% de cristianos, 850.000 de los cuales son católicos.
“Si el gobierno no hubiera apelado a esa decisión, eso hubiera ofendido al sector conservador de los musulmanes”, explicó Ibrahim Suffian, que dirige el instituto de encuestas independiente Merdeka.
“El término ‘Alá’ es utilizado en forma frecuente (para designar a Dios en general). El gobierno se limita a cumplir con las exigencias de quienes piden una prohibición, pero en realidad, la mayor parte de la gente es indiferente a este problema”, agregó.
La principal componente de la coalición en el poder, la Organización Nacional para la Unidad Malaya (UMNO), es acusada por sus detractores de atizar el nacionalismo malayo con fines electorales.
La coalición registró un neto retroceso en las elecciones generales de marzo de 2008, cediendo terreno a la oposición.
A menudo se producen en Malasia diferendos de orden religioso que acentúan las tensiones entre musulmanes malayos por un lado, chinos (25%) e indios (8%) por el otro. Los indios afirman que temen una islamización del país.
En mayo de 1969 se produjeron sangrientos motines contra la minoría china en la Federación, cuya Constitución garantiza la libertad religiosa a las minorías étnicas.
Malasia dispone de un doble sistema judicial y los tribunales islámicos pueden juzgar a los musulmanes y hacer aplicar la sharia (ley religiosa islámica).
A nivel económico, estos ataques se produjeron en el peor momento para la tercera economía del sudeste asiático, que corteja a los inversores y depende en gran medida del turismo.
“Estamos en una era de la comunicación y las noticias viajan rápidamente (…). Los turistas decidirán no visitar un país donde hay conflictos, y en particular, conflictos religiosos”, advirtió el ministro de Turismo, Ng Yen Yen.