Respondiendo a todas las preguntas de la Fiscalía en el Tribunal Oral de Puente Alto en la tercera jornada de juicio oral del llamado caso de los hermanos Rojos, Jeanette Hernández Castro, madre acusada de asesinar a su hijo Esteban Rojo, de 7 años, y de golpear brutalmente a Pablo Rojo, de 17, volvió a caer en fuertes contradicciones en su declaración ante los magistrados.
La mujer fue imprecisa al señalar la hora que salió de su casa el día en que se cometieron los crímenes, expresando que fue cerca de las 13 horas en que abandonó su hogar y no cerca de las 12:30 horas, como lo señaló antes.
Además, Hernández cambió su declaración sobre los supuestos celos que sentía por una mujer de 29 años, quien supuestamente habría estada interesada por su esposo, Pablo Rojo, expresando ahora que lo que sentía era molestia y rabia, pero que en definitiva nunca fueron celos.
Otras de las contradicciones se presentó cuando tuvo que explicar por qué ese día se tuvo que cambiar de polera, expresando primeramente que fue porque la sudó mientras hacía labores de aseo, manifestando después que se debió a que se la mojó mientras regaba con una manguera.
Siguiendo con las contradicciones, la mujer fue imprecisa al describir la tarde del 17 de enero del 2008, día en que se consumaron los delitos, cambiando su versión durante el transcurso de la tarde.
Las incongruencias se presentaron cuando Jeanette Hernández primero relató que fueron 2 veces las que entró a su casa cuando ella encontró los cuerpos de sus hijos el día de los crímenes, afirmando que nadie más estaba dentro del inmueble en ese momento, hecho que al final del juicio y tras la preguntas de los jueces, modificó diciendo que fueron más las veces que ingresó a la casa pidiendo ayuda y que mientras estaba al interior de su hogar alguien que estaba dentro de su casa le tomó el brazo.
Para mañana se espera que este juicio siga desarrollándose en el Tribunal Oral de Puente Alto, con la presentación de peritos y testigos que serán claves para justificar la tesis que maneja la Fiscalía de que la mujer es efectivamente culpable de los delitos que se les acusan.