Los hondureños están convocados este domingo por el gobierno de facto a elegir a un nuevo presidente que reemplace al depuesto Manuel Zelaya, en unos comicios boicoteados por sus seguidores y que han dividido a la comunidad internacional.
Todo está listo para que este domingo abran las urnas desde las 07:00 (10:00 horas en Chile) a las 16:00 (19:00 horas en Chile), aunque el plazo podría ampliarse una hora en función de los votantes.
Los primeros resultados se podrán conocer dos horas después del cierre, dijo este sábado el magistrado Enrique Ortez Sequeira.
“La seguridad está garantizada al 100%”, aseguró a la AFP el coronel Jorge Hernández mientras inspeccionaba el centro de votación de la escuela Modesto Rodas Alvarado, en la periferia sur de Tegucigalpa.
El miedo será uno de los principales enemigos de estos atípicos comicios, en los que se teme una alta abstención. Fuera de Tegucigalpa, la capital, apenas se nota que el país está en vísperas de unas elecciones presidenciales, legislativas y municipales.
Desde el gobierno y los cuarteles generales de los partidos políticos se hacen constantes llamados por los medios de comunicación instando a los 4.6 millones de hondureños convocados a que no tengan miedo y salgan a votar.
Un anuncio anónimo espeta: “Si no votas, es que votas por (Hugo) Chávez”, el presidente venezolano, al que muchos hondureños acusan del giro a la izquierda que dio Zelaya, refugiado desde hace más de 2 meses en la embajada de Brasil.
La Resistencia contra el golpe de Estado del 28 de junio, del que se cumplieron este sábado 5 meses, ha decretado un “toque de queda popular” pidiendo a sus seguidores que se queden en casa y no voten.
“La situación está tranquila, pero tengo miedo de ir a votar, no se sabe lo que puede pasar”, dice José, vendedor de un mercadillo popular de Comayagüela, la ciudad gemela de Tegucigalpa, en cuyos alrededores decenas de policías controlan a transeúntes y vehículos para verificar que no lleven armas.
Los dos candidatos con mayores posibilidades de asumir el poder a partir del 27 de enero, Porfirio Lobo, del Partido Nacional (PN, derecha), y Elvin Santos, del Partido Liberal (PL, derecha), han repetido en las últimas horas los llamados a la reconciliación y a pasar página en esta crisis política que fracturó al país.
Ambos están convencidos de que las elecciones son la salida a la crisis institucional.
Pese a que el miércoles se retiró temporalmente del poder, el presidente de facto Roberto Micheletti acusó este sábado a los seguidores de Zelaya de colocar bombas para boicotear las comicios.
“Son las presiones psicológicas que pretenden estos señores”, dijo a la estación local HRN.
En los últimos días han estallado varios artefactos en oficinas públicas y privadas y en medios de comunicación favorables al régimen, generando daños materiales de escasa consideración.
Frente a las acusaciones de los partidos mayoritarios, la dirigencia del Frente contra el golpe ha rechazado reiteradamente su participación en los atentados y ha acusado a su vez a los militares y policías de reeditar la guerra psicológica de los años 80, en plena ‘guerra fría’, para justificar la represión.
Unos 30.000 soldados, policías y reservistas están a cargo de la seguridad de los comicios, que contarán con la presencia de 300 observadores -casi la mitad de EEUU- de una treintena de países y cerca de 3.000 hondureños, así como más de 750 periodistas, 500 nacionales y 250 internacionales.
En la comunidad internacional han empezado a aparecer fisuras en el bloque de condenas que suscitara el golpe.
Estados Unidos espera ver el desarrollo de las elecciones para reconocerlas. Costa Rica, Perú y Panamá han dado su apoyo a los comicios, mientras que Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela han dicho que no los reconocerán.
Mientras, Nicaragua y El Salvador han anunciado el cierre de aduanas con Honduras “para evitar problemas” con motivo de las elecciones.