La prensa brasileña del sábado reflejó con bombos y platillos la decisión de la alcaldía de Río de Janeiro de prohibir la venta de cocos en las arenas de las playas cariocas.
La tradicional imagen de turistas y locales bebiendo agua de coco directamente del recipiente vegetal, desaparecerá de las arenas de las playas de Río por decisión oficial, a partir de diciembre.
Claro que quienes venden el producto sobre la acera que bordea la arena, podrán seguir con el comercio de esta tradicional bebida, sirviendo el agua de coco en vasos industrializados.
Al final de cada jornada, cuando los bañistas dejan las playas turísticas de Copacabana, Ipanema y Leblón, es una constante la presencia de toneladas de residuos dejados atrás, principalmente latas de cerveza, recipientes y bolsas plásticos, y un volumen imponente de cocos verdes.
Horas después, caída la tarde, efectivos de la municipalidad recogen la basura que se genera en la jornada y separan los cocos, que son materia orgánica, del resto de la montaña de desperdicios y los cargan en tarros específicos.
La imagen se repite cada día y según datos obtenidos por el diario Folha de Sao Paulo, los cocos representan 25% de la basura recogida en las playas cariocas.
La alcaldía de Río de Janeiro ha venido adoptando algunas medidas para intentar organizar la concurrencia a las playas de la ciudad, entre otras, prohibir juegos de pelota cerca de las olas que impiden caminatas al borde del agua, sobre arenas que en días de calor están abarrotadas de público.