Se les puede ver en series de televisión, cine e historietas. Tienen incluso marchas anuales y a pesar de su grotesca imagen, se han ganado el cariño del público. Hablamos de los zombis, que aunque no lo creas, han venido generando historias hace cientos de años.

Su origen podemos asociarlo a su nombre, que ingresó a los diccionarios occidentales por el Siglo XIX, tiempo en que aparece el término zonbi, de la lengua congoleña y nigeriana bantú, donde se hablaba de nzambi, que significaría “espíritu de persona muerta”, según recoge el blog especializado Noticias con Historia.

Pero es en el antiguo Haití, cuando miles de africanos llegaron como esclavos, donde el zombi ganó fama por hacer referencia a un tipo de hechicería que practican los maestros del vudú.

Según detalla la revista científica mexicana Quo, quienes son embrujados con este mal -según creen los haitianos- padecen un debilitamiento de todos sus signos vitales, situación que los hace parecer muertos vivientes sin conciencia y personalidad.

Así entonces, la gran diferencia con el zombi que hoy nos vende Hollywood, es que este auténtico zombi no está muerto, sino en un estado que es trabajado por el brujo o sacerdote oscuro.

Laënnec Hurbon, director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Haití y autor del libro ‘Los misterios del vudú’, comentó que dentro de la creencia haitiana popular “la práctica de brujería más temida es justamente la que puede reducirte al estado zombi”. Es tal el temor, que en casos de muertes, algunas familias “envenenan el cuerpo del posible cadáver para estar seguros de que murió” y no esté “zombificado”.

Una “zombificación” es “capturar la parte del alma que une a ésta con la persona, de manera que el individuo está consciente de lo que le ocurre, pero no tiene voluntad propia que le haga reaccionar porque se encuentra teledirigido por un bokor, que son los sacerdotes vudú y supuestos indicados para realizar el hechizo que priva a alguien completamente de su voluntad”, de acuerdo a la publicación azteca.

Era tan fuerte la creencia, que en 1835 Haití elaboró una ley que condenaba “la creación de zombis”. Asimismo, el Código Penal, en su artículo 246, clasificó una serie de sustancias que producían un periodo de “aletargamiento”, y era apuntado como “un intento de homicidio”. “Si la sustancia causaba una muerte aparente que llevaba incluso al entierro de la víctima, ese acto era clasificado como asesinato”, agregó la fuente.

Casos de zombi

En 1980 aparecieron algunos casos que fueron confirmados como gente zombificada. Una de ellos, es el de Clairvius Narcisse, que había muerto el 2 de mayo de 1962, según decían los registros del hospital Albert Schweitzer, en Deschapelles, Haití.

Este hombre aseguró fue consciente de muchas cosas que le pasaron mientras estuvo “paralizado”. Incluso recordaba cómo un médico le tapaba el rostro con una sábana, cuando fue dado por muerto.

En su relato indicó que fue un bokor el que lo revivió y convirtió en zombie. Su familia, tras creer en su testimonio, lo recibió nuevamente, siendo aquello noticia mundial con cientos de científicos acudiendo a la isla caribeña a estudiar ese y otros casos.

Entre los que arribaron estaba el etnobotánico de la Universidad de Harvard, Wade Davis, quien llegó a Haití en 1982 para localizar y obtener datos de esta “zombificación”, que tendría origen en sustancias.

Adentrándose finalmente en el vudú, Davis descubrió dos sustancias de polvo que hacían ver a las personas como muertas. La primera, denominada “golpe de polvo”, que “deja al zombi en estado de aparente muerte con la idea de que su familia y amigos lo den por fallecido”. Posteriormente, se dan otros polvos, capaces de dejar sin voluntad a la víctima.

Todo ello fue expuesto en su libro ‘La serpiente y el arcoiris’, lo que dio a pie para una película del mismo nombre, del director Wes Craven.

Ante las críticas al primer libro, el especialista lanzó uno más elaborado. Se trata de ‘Pasajes de la oscuridad: la etnobiología del zombi haitiano’, donde Davis da más detalle de las sustancias que hacen parecer a las personas muertos vivientes.

Lo primero que afirma es que los zombis sí existen -el original, no el de Hollywood- y se debe a una mezcla de polvos con ingredientes no exactos, pero de los que logró descifrar en parte, como la tetrodotoxina, sustancia venenosa hallada en el pez globo.

En ocasiones, este polvo mezclaba sapos Osteopilus dominicensis, que contienen fluidos altamente irritantes pero no mortales, y también era común el uso de Datura stramonium, una planta conocida como “pepino del zombie”.

En sus escritos, descartó que cualquier persona pueda ser convertida en zombie, y que el uso estaba más arraigado a algunas comunidades que lo practicaban como castigo social.

Así, describió las sociedades Bizango, que son clanes secretos que “convertían en zombis” a miembros de su comunidad, como pena por violar alguna de sus leyes internas.

A pesar de lo anterior, se afirma que la comunidad científica no quedó muy satisfecha con su trabajo, ya que mucho de sus métodos no cumplían el rigor para intentar ser contrastadas. De todas formas, es considerado uno de los padres de esta teoría de zombis, siendo quien más se ha acercado a este tema en calidad de estudioso.