La historia de Walburga “Dolly” Oesterreich y su amante Otto Sanhuber -conocido como el “hombre murciélago”– fue uno de los mayores escándalos sexuales de 1930 en Estados Unidos, y no sólo porque era una época conservadora, pues su historia sigue impresionando hasta la actualidad.

La prensa de entonces la describió como una “vampiresa traviesa” y agraciada con un gran apetito sexual, que llevó una larga fila de hombres a su vida y uno a la muerte, indica el diario Los Angeles Times.

La mujer nacida en Alemania como Walburga Korschel, llegó con su familia a Estados Unidos cuando era niña. Se crió en una humilde granja, pero su suerte cambió cuando se casó con un rico propietario de una fábrica de delantales, llamado Fred Oesterreich. De él obtuvo el apellido.

Fred Osterreich
Fred Osterreich

La pareja vivía en Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos), y en apariencia era un matrimonio feliz, pero en realidad tenían muchos problemas en la intimidad, pues Fred era alcohólico y Dolly estaba insatisfecha sexualmente.

Un día de 1913, a petición de su esposa Fred envió a uno de sus obreros de 17 años, llamado Otto Samhuber, a su casa para ayudar a su mujer con una máquina de coser descompuesta.

Otto Sanhuber
Otto Sanhuber

Walburga recibió al muchacho vistiendo sólo una bata y medias, captando inmediatamente su atención. Desde ese momento entablaron una relación secreta, basada en encuentros en hoteles y en la propia casa del matrimonio cuando el marido no estaba. No obstante, con el tiempo los vecinos comenzaron a sospechar del romance, mientras Dolly trataba de excusarse asegurando que el muchacho era como su medio hermano vagabundo.

Para terminar con el problema, a la mujer se le ocurrió una insólita solución: Que Sanhuber renunciara a su trabajo y se fuera a vivir al desván de su casa. Como Fred nunca iba ahí, podrían continuar su romance sin riesgo de ser descubiertos.

Una de las casas donde vivieron los Osterreich
Una de las casas donde vivieron los Osterreich

Para que el plan resultara, el joven debía dejar de interactuar con el mundo. La única persona con la que podría hablar sería Dolly. Como Sanhuber estaba lo suficientemente obsesionado con la mujer y no tenía familia cercana, no le importó.

Durante el tiempo encerrado, Sanhuber se dedicó a satisfacer sexualmente a Dolly, y escribir. De hecho, era un buen escritor de ficción e incluso algunas de sus obras fueron publicadas bajo un seudónimo.

Cinco años después, en 1918, el esposo de Dolly quiso cambiarse de casa porque oía ruidos inexplicables que venían desde el desván, además, aseguraba ver sombras que pasaban fuera de su dormitorio.

Fue así como la pareja se trasladó a Los Ángeles ese año, pero el “fantasma” que atormentaba a Fred en Milwaukee, lo siguió a su nuevo hogar, consigna el portal Pictorial, de Jezebel.

Dolly Osterreich
Dolly Osterreich

Dolly procuró que la nueva casa también tuviera ático para que Sanhuber, ya de 22 años, pudiera seguir viviendo con ella.

Las cosas se complican

La relación entre la mujer y su marido no era para nada buena. Como resultado el 22 de agosto de 1922, se enfrascaron en una violenta pelea que hizo que Sanhuber saliera de su escondite, temiendo por la vida de Dolly. El muchacho agarró un rifle de Fred y le disparó 3 veces en el pecho, acabando con su vida.

La mujer y su amante hicieron un montaje en la casa, para que pareciera que el esposo fue abatido en un asalto. Para ello, escondieron un reloj de diamantes de Oesterreich y desordenaron todo, fingiendo un robo. Luego, Sanhuber encerró a Dolly en un closet. Ella comenzó a gritar desesperadamente hasta que un vecino llamó a la policía.

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Con el dinero que heredó de su marido, Dolly se compró una casa con un ático más grande. Aunque todavía mantenía la relación con Sanhuber, la mujer tenía otros amantes, entre ellos su abogado Herman Shapiro. Pero una serie de errores, la llevó más tarde a ser descubierta.

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El primero fue regalarle a Herman el reloj de diamantes que supuestamente le habían robado. El sujeto reconoció el lujoso accesorio, pero Dolly le dijo que lo había encontrado debajo de un cojín del sillón y que no era necesario informar a la policía.

Por otro lado, había pedido a otro de sus amantes, Roy Klumb, que escondiera el arma del crimen en un pozo de alquitrán.

Finalmente, la policía se enteró de lo del reloj y el arma escondido, después de que la relación con Klumb terminara. Aunque Dolly fue arrestada, aún no podían explicar cómo se pudo haber encerrado sola en el armario, por lo que se vieron obligados a retirar los cargos y liberarla.

Pero después cometió otra equivocación: le pidió a Shapiro que llevara comida a su “medio hermano vagabundo” que vivía en el ático. Sanhuber se puso feliz de ver a Herman, ya que no había hablado con otra persona en más de una década y comenzó a contarle al abogado sus hazañas sexuales con Walburga. Shapiro sacó al joven del desván y éste aterrado huyó a Canadá.

Increíblemente, Shapiro no terminó con Dolly de inmediato, sino que años después. En 1930, despechado reveló a la policía la existencia de Sanhuber, quien recién había vuelto a Los Ángeles. Tras esto, los amantes fueron detenidos y Sanhuber fue declarado culpable de homicidio involuntario. Sin embargo, como habían pasado 8 años del asesinato -y el periodo de prescripción del delito era de 7- ambos quedaron libres.

Dolly

Finalmente, Sanhuber desapareció, mientras Dolly fue absuelta y comenzó una relación con otro hombre, con quien se casó y vivió por 30 años, hasta que murió en 1961.