La película nominada a 14 Premios Oscar puede ser mirada de muchas formas. Desde la historia que relata, la puesta en escena, los conflictos de plantea (como los de comunicación, realización profesional versus relación de pareja, etc, etc) a sus coreografías y danzas, entre otros. Pero La La Land plantea, a través del contexto, de las relaciones humanas, de las motivaciones de algunos de sus personajes, una mirada sobre Estados Unidos que resulta una crítica directa al Gobierno de Trump.

La La Land parte como un musical clásico que rememora los 50 o 60, salvo por las carreteras y vehículos, por la diversidad humana como por malabarismos en bicicleta. Parte como una cinta 100% “americana”.

En el desarrollo de la película se van presentando una serie de temas recurrentes del cine y la cultura norteamericana, como la muchacha que se esfuerza y lucha contra viento y marea por triunfar en el teatro y el cine. También la del joven que reclama por la falta de respeto y de cuidado por la identidad y la cultura de la ciudad y del país, dada por el cierre de un cine y la transformación de un antiguo local que fue fundamental en el desarrollo del jazz en uno de baile de samba y de tacos.

En este sentido, La La Land es un llamado a recuperar el espíritu norteamericano, su fuerza… y hasta ahí es un llamado amplio, transversal, que podría ser incluso afín o de la simpatía de Donald Trump. Sólo que, en la cinta, este espíritu y esa lucha también incluye personas de color, asiáticas e, incluso, latinos (uno de los jazzistas es de apellido González). Así, La La Land es un llamado a defender un país, una identidad y una cultura inclusiva, multirracial (el protagonista baila en un momento con una mujer de color mayor y obesa como hace 50 años lo habría hecho con una blanca con esas características).

Dada la contingencia generada con el triunfo de Trump, que afecta en especial a artistas, al mundo de la cultura y a los intelectuales, no es casualidad que La La Land despierte –por la diversidad de lecturas posibles pero en especial por su discurso inclusivo e interracial- amplias simpatías y apoyos y que reciba muchos premios…

Frente a las declaraciones y medidas tomadas por Trump, La La Land muestra otro país, otro espíritu, más culto, más dialogante e inclusivo. Un país representado por Obama (y no por Hillary Clinton): joven, luchador, liberal, culto.

Donald Trump es un gran seguidor de la premiación del Oscar, participando activamente a través de redes sociales en los últimos años. Será interesante ver si este año participa y su opinión de los premios y sobre La La Land…