Este viernes, el Papa Francisco dejó atónitos a muchos chilenos al realizar una dura defensa del cuestionado obispo de Osorno, Juan Barros, indicando que “se trata de acusaciones de zurdos” y que “Osorno sufre, pero por tonta”.

¿Cómo un religioso pudo llegar a dividir a una ciudad y hacer que el propio pontífice saliera en su defensa?

Juan Barros Madrid nació en Santiago el 15 de julio de 1956. Estudió en el Colegio San Ignacio El Bosque y más tarde se integró a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Providencia, donde trabó estrechos lazos con el sacerdote condenado por abusos sexuales a menores, Fernando Karadima.

Pese a haber sido declarado inocente por la justicia respecto de tener conocimiento o participar en estos ilícitos; víctimas, políticos e incluso voces dentro de la propia iglesia, continúan asegurando que Barros si estuvo al tanto de los abusos, por lo cual su nombramiento como nuevo arzobispo de Osorno provocó un verdadero cisma en la comunidad católica de la zona.

De hecho, cuando Barros asumió el cargo en marzo de este año, se produjo una batalla campal primero en las afueras y luego en el interior de la catedral San Mateo Apóstol de la ciudad agrícola, donde el propio sacerdote resultó agredido, requiriendo ser escoltado por Carabineros para salir del templo.

A partir de entonces las presiones para que Barros dejara la diócesis continuaron, con un grupo de víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes católicos pidiendo directamente al Papa Francisco la remoción del religioso, basados en la existencia de “denuncias creíbles” respecto de su participación en el encubrimiento de los delitos de Fernando Karadima.

“Yo sólo hablo por mí mismo o como un subgrupo de trabajo de la comisión, todos estamos muy preocupados por lo que está pasando en Chile”, declaró entonces el británico Peter Saunders y portavoz del grupo.

En junio, el obispo emérito e integrante del tribunal eclesiástico en Santiago, Juan Luis Ysern, avivó más aún las llamas al difundir una carta donde pedía a Barros renunciar antes de ser removido por el Papa.

“No veo que se hayan abierto los caminos de diálogo y, siendo así, el sufrimiento de la gente sigue y el tuyo también. El Papa fue muy valiente, yo lo admiro mucho. Pero lo que considero que no pudo darse cuenta el Papa es que en Chile hay diversas clases de víctimas de Karadima. Tú perteneces a una de esas clases y la misma iglesia en Chile es una víctima de Karadima”, le expresó Ysern a Barros en la ocasión.

Finalmente y durante las últimas semanas de septiembre, Juan Carlos Claret, vocero de la Organización de Laicos y Laicas de Osorno, aseguró en conversación con Radio Bío Bío que la permanencia de Barros en el cargo era “absolutamente inviable”.

“La oposición al obispo Barros no es sólo de los católicos, sino que también de la ciudadanía. Es toda la provincia de Osorno que está diciendo que por favor renuncie”, sentenció.