Uno de los pasatiempos preferidos de muchas personas es viajar; donde conocer otras culturas, amigos y disfrutar de nuevas experiencias son parte de las bondades que entregan este tipo de aventuras.

Sin embargo, empaparse de nuevas historias de vida es uno de los tantos beneficios que entregan este tipo de escapes, ya que algunos científicos dicen que atreverse por un viaje al extranjero hace que nos volvamos más creativos.

Hecho que ha sido demostrado por grandes escritores y pensadores, uno de ellos Ernest Hemingway que gran parte de su inspiración de debió al tiempo que estuvo en España y Francia.

Por otro lado, Aldous Huxley, autor de “Un mundo feliz”, se trasladó desde su casa de Reino Unido a Estados Unidos para aumentar su creatividad en cada uno de los guiones que realizó.

Pero eso es solo parte del pasado, pues en la actualidad psicólogos y neurocientíficos han examinado más de cerca esa idea, llegando a la conclusión que la creatividad está directamente relacionada con la neuroplasticidad o cómo está cableado el cerebro.

Cabe decir que las vias neurales se ven directamente influenciadas por el entorno y las costumbres, en que estos resultan sensibles a los cambios tales como, sonidos, olores, idiomas, gustos, sensaciones y panoramas; todos los cuales generan sinapsis en el cerebro y llegan a revitalizar la mente.

“Experiencias en el extranjero incrementan tanto la flexibilidad cognitiva como la profundidad y la integración de los pensamientos, además de la habilidad de realizar conexiones profundas entre distintos conceptos”, dice Adam Galinsky, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia y autor de estudios sobre este tema.

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Dicha flexibilidad cognitiva es la habilidad que tiene la mente para ir pasando la creatividad de una idea a otra. Pero el experto afirma que “no se trata solo de salir del país, sino que la clave está en la interacción con otras culturas, sumergirse en nuevas civilizaciones y adaptarse a la misma”.

Por lo que, si alguien está fuera de su país pero no tiene una buena interacción con su entorno, ese nivel de creatividad será menor que aquella persona que si comparte de forma constante con el resto.

En la última investigación de Galinsky, publicada el mes pasado en Academy of Management Journal, él y otros tres especialistas examinaron a un grupo de directores creativos de 270 firmas de moda a nivel internacional.

Se detuvieron a analizar detenidamente los 11 años de colecciones de moda y buscaron conexiones entre la experiencia de esos directores mientras estaban en el extranjero (fuera de su lugar de origen) y los resultados en las colecciones propuestas.

Tales apuestas fueron analizadas por un grupo de periodistas y compradores independientes de gran manejo en el área. Y como era de esperar, los investigadores encontraron una correlación clara entre el tiempo vivido en el exterior y el resultado creativo entregado por los diseñadores.

Ello arrojó que “las marcas cuyos directores creativos vivieron y trabajaron en otros países produjeron colecciones de moda mucho más llamativas y extraordinarias que quienes se mantuvieron en su lugar de origen”.

Tal indagación arrojó que entre más países visitaron, sus colecciones resultaron ser más creativas; pero hubo algo que los frenó. ¿Qué sería?. El tiempo que se mantuvieron en tales sitios fue una limitante, ya que aquellos que visitaron demasiadas naciones no fueron capaces de insertarse de forma correcta en la cultura local, sino que simplemente pasaron de un lugar a otro sin empaparse de su entorno ni de las costumbres de sus habitantes.

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Pero si viajar ayuda a la creatividad, hay que preguntarse ¿cúan diferente es la cultura de nuestro país con una externa? Galinsky y su equipo descubrieron que vivir en un lugar con grandes diferencias culturales está relacionado a una menor creatividad que vivir en un sitio con costumbres más parecidos a las propias. Los expertos dicen que una sociedad exageradamente distinta (a la nuestra y entre ella) intimida más. Hecho que desalentaría a la gente para insertarse y empaparse de su entorno.

Viajar por el mundo tendría otros beneficios cerebrales. Mary Helen Immordino-Yang, profesora asociada de educación y sicología de la Universidad del Sur de California, dice que las experiencias inter culturales tienen el potencial de fortalecer el sentido de sí mismo de un individuo. “Lo que han mostrado las investigaciones sicológicas es que la habilidad de salir de tu propia zona de confort te ayuda a construir un sentido más fuerte y aculturado de ti mismo”, explica la investigadora.