Por amplia mayoría, la Cámara de Diputados aprobó en segundo trámite legislativo y envió al Senado para su ratificación, el proyecto de ley que regula la actividad del lobby.

Proyecto que creará un registro de lobbystas e incorpora a los asesores parlamentarios entre los sujetos sobre los cuales se ejerce el lobby.

La futura “posible” normativa como era de esperarse, no considera en su articulado las solicitudes que se ejerzan a través del correo electrónico o por vía telefónica.

Además y lo más complejo es que en caso que los parlamentarios no llenen el formulario de registro tras una reunión con lobbystas, no arriesgan sanciones, excepto la posibilidad de enfrentar a la comisión de ética de la Cámara o el Senado, los mismos que analizan las peleas a combos de los “honorables” y que en estricto rigor no quedan en nada.

Ósea nadie enfrentará sanciones lo cual demuestra que el lobby logró hacer eco en las decisiones política incluso en la generación del marco regulatorio de ellos mismos.

En algunos países como centro américa e incluso en Europa, se han preguntado Lobby: ¿Negocio o un acto de corrupción?.

Inclusive las coronas “reales” es decir los reyes y príncipes, para muchos ejercen lobby abiertamente en pro de las grandes empresas.

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