La semana estuvo marcada por los debates presidenciales de la Concertación y la Alianza, en materia noticiosa. Debates “buena onda”, “tibios” y “simpáticos”, debates entre personas “buena gente”.

Lo anterior, en contraste con las negociaciones previas al debate, que no fueron en la misma tónica que se mostró el pasado lunes, en el caso de la oposición. Más bien se generaron enfrentamientos duros, inclementes, en el sentido de que chocaron fuerzas.

Por otro lado, quedó una sensación de vacío, de que todo esto fue algo insípido o una situación de abstinencia, ya que hubo una lista extensa de temas que no fueron abordados en ninguno de los casos. El principal: las regiones, donde viven 10 millones de chilenos, sin embargo, a esos 10 millones no se les dijo nada.

Ahora van a andar por todo el país, van a hacer giras y van a hablar de regionalización, pero por favor no les crea, no les crea porque no es verdad, porque cuando se enfrentan entre ellos no es tema.

Sobre la desconcentración de la economía no se escuchó hablar, y eso que en Chile desaparecen al año 18 mil pequeñas empresas, sólo porque hay abuso de poder dominante. Asimismo no se conversó del lobby, ni los lobbistas, que son personas que se han enriquecido y actúan con total libertad, porque aún no hay quien los fiscalice. Tampoco se conocieron propuestas en educación de calidad, para exista una que ayude a la igualdad de condiciones.

Lo mismo sucedió con los problemas de las universidades, las AFP, que en cierta parte pudo haberse mencionado más, una nueva constitución o las medidas en delincuencia.

Pero, es posible que estemos pidiendo mucho, porque se terminó en el país la clase dirigente que alguna vez hubo, una clase dirigente ilustrada. Ahora Chile está más plano y al presidente lo tratan de tú a tú. Por lo tanto, los candidatos representen a la media, o sea, son candidatos que no son ni mejores ni peores que los hospitales, que los tribunales, que los medios o que nosotros mismos, porque en el fondo, todos estamos en esta medianía.