La fiscalía del estado brasileño de Rio Grande do Sul acusó el martes de homicidio doloso a cuatro personas por su presunta responsabilidad en la muerte de 241 jóvenes en un incendio en una discoteca en la ciudad de Santa Maria.

Los acusados por homicidio, que están detenidos preventivamente desde el día siguiente a la tragedia a fines de enero, son los dos socios de la discoteca Kiss; el vocalista de la banda Gurizada Fandangueira, que lanzó una bengala que provocó el incendio, y el productor del grupo musical, indicaron fiscales en rueda de prensa. También fueron acusados de intento de homicidio de 623 personas que sobrevivieron.

“Ahí adentro había un show pirotécnico. Había uso de fuego en un local totalmente inapropiado para recibir cualquier tipo de llama. Había madera, había cortinas e, infelizmente, había personas. Y es más: había una espuma altamente inflamable usada en el revestimiento del escenario”, dijo el fiscal David Medina, coordinador del centro de apoyo criminal de la fiscalía, según el sitio G1.

El Ministerio Público acusó también a otras cuatro personas: dos bomberos que falsificaron los permisos de funcionamiento de la discoteca tras el incendio fueron denunciados por fraude, mientras un ex socio de Kiss y el contador de uno de los socios de la discoteca fueron denunciados por prestar falso testimonio.

Una investigación previa de la policía civil había acusado de homicidio a nueve personas pero a partir de ahora será la acusación de la fiscalía la que siga su curso en la justicia del estado.

Si la acusación es aceptada por la justicia, los cuatro acusados por homicidio serán juzgados por un tribunal popular en la ciudad de Santa María, donde ocurrió la tragedia.

El incendio comenzó en la madrugada del domingo 27 de enero cuando chispas de una bengala encendida por el vocalista de la banda musical, Marcelo de Jesus dos Santos, alcanzó la espuma aislante del techo. Se produjo un humo letal que contaminó todo el local.

La situación se agravó por la falta de señalización, una sola puerta de salida y entrada, hacinamiento, vallas metálicas que dificultaban el paso e incluso efectivos de seguridad del local que impidieron la salida durante unos minutos, temiendo que los consumidores se fueran sin pagar.

El resultado fueron cientos de heridos y la muerte de 241 jóvenes, la mayoría de ellos por asfixia.

La tragedia se produjo cuando Brasil atrae la mirada del mundo por los preparativos para la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, así como las Jornadas Mundiales de la Juventud que congregarán a millones de jóvenes en la turística Rio de Janeiro.