La zona euro dará luz verde este lunes al desembolso del segundo tramo del rescate comprometido al sector financiero español, en la primera reunión del año del llamado Eurogrupo marcada por la despedida del presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker.

Los ministros de Finanzas de la zona euro se disponen a aprobar el desembolso por 1.865 millones de euros, destinados a la recapitalización de BMN, CEISS, Caja3 y Liberbank, el llamado grupo 2 correspondiente a los bancos españoles que no fueron nacionalizados y que sería entregado en febrero.

A cambio, el gobierno conservador de Mariano Rajoy, prometió una profunda reestructuración destinada a liberar a sus bancos de los activos inmobiliarios tóxicos.

“La situación de la economía española sigue siendo un reto, pero el programa bancario está funcionando bien”, se congratuló un funcionario europeo.

Con este desembolso se completará el rescate bancario de la zona euro a España, que recibirá una inyección de más de 41.300 millones de euros para sanear sus banca, asfixiada tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008.

El asunto que los ministros tratarán de dilucidar este lunes es quién se hace cargo de este rescate: ¿el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) como se llama al fondo de rescate de la zona euro, los estados, los accionistas de los bancos o los tenedores de bonos?.

De un lado están los países como España que busca aliviar la carga de los rescates bancarios, sin que éste engrose su deuda pública, y del otro Alemania, Finlandia u Holanda, que quieren evitar que el MEDE se convierta en un grifo para corregir los errores pasados de los países de la zona euro.

En este sentido, a España, Grecia o Irlanda, los tres países que han recibido ayuda para sus bancos, buscan que una vez que se inicie la recapitalización directa de los bancos -una vez que entre en vigor el supervisor único para los bancos de la zona euro- ésta tenga efectos retroactivos.

El objetivo es evitar que la ayuda para sanear la banca engrose la deuda soberana, como fue el caso de Grecia y podría ser el de España, donde aumenta a pasos agigantados.

Así, los ministros deberán evaluar quién se hace cargo de los activos heredados o “tóxicos”, incluidos en los balances bancarios previos a la entrada en vigor del supervisor único europeo bajo la égida del Banco Central Europeo (BCE).

Pero Alemania, Holanda y Finlandia insisten que la inyección de capital a los bancos no debe correr íntegramente a cargo del fondo de rescate.

La probable elección del ministro holandés de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem, de 46 años, al frente al frente del Eurogrupo, en sustitución de Jean-Claude Juncker, no es una buena señal para los países bajo programa, como se denomina a los que han recibido un rescate de sus socios del euro. El ministro holandés ha sido bastante reacio a los rescates y su candidatura fue impulsada por Alemania.

El cambio de mando en la zona euro ocurre en un momento de distensión de la prolongada crisis, que se inició tres años atrás en Grecia. Aunque nadie se atreve aún a cantar victoria. En ese sentido, los ministros se disponen a dar luz verde -sin grandes debates- a un tramo de 9.200 millones de euros de la ayuda a Atenas.

En caso de ser elegido, el holandés tiene grandes desafíos ante sí, como finalizar las negociaciones para el rescate de Chipre y dar las últimas puntadas sobre la unión bancaria.

“Estamos en una situación financiera bastante menos turbulenta”, subrayó un responsable europeo.

De todas maneras, la crisis ya contagia a los países del norte, como Alemania, que recientemente revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para 2013 y se ve amenazada por una recesión.

En ese contexto, todo indica que la canciller conservadora Angela Merkel, que aspira a un tercer mandato en las elecciones legislativas de septiembre de 2013, se mostrará más inflexible que nunca en su defensa de la austeridad.