Junio de 1994. Brasil enfrentaba a Holanda por un cupo en etapas avanzadas del Mundial de Estados Unidos. Balón alto, cuyo bote le quedó a Bebeto, quien definía para adelantar al “Scratch”.

Tras la anotación, Bebeto corrió para festejar el gol con su compañero de ataque y Mazinho, con quienes acunaba a un pequeño nacido dos días antes del trascendental partido.

19 años más tarde, los muchachos han crecido y hoy mantienen el apellido de sus padres en el terreno de juego. Matheus Oliveira y Rafinha son seleccionados brasileños y esta noche saltarán al terreno de juego para disputar con Brasil el primer partido del Sudamericano en San Juan.

De acuerdo a la reseña del sitio elenganche.es, Matheus empezó en fútbol sala con solo diez años y dos más tarde empezó a quemar etapas en su ciclo formativo por las categorías inferiores del Fla, hasta convertirse seis campañas después en uno de los fijos de los entrenamientos del primer equipo.

Hoy, Matheus reconoció en una entrevista con Globo Esporte que “ya perdí la cuenta de cuántas veces hablé de esa celebración. No me incomoda. Sé que él hizo ese gesto para mí y sólo tengo que agradecérselo. Pero quiero salir de esa sombra. Mi papá ya hizo su historia y yo quiero hacer la mía. Todavía estoy buscando mi identidad en el campo, me queda mucho por delante y busco separar las cosas”.

“Busco siempre separar las cosas para evitar comparaciones. Mi papá fue un gran jugador y tiene una historia propia en el fútbol. Yo estoy buscando la mía, todavía no hice ni el 1% de lo que él hizo”, cerró el jugador.

Mira el gol y cómo juega el “heredero”: