Cuba celebró este domingo el 53 aniversario del triunfo de la revolución, inmersa en un proceso de reformas para potenciar su alicaída economía, que ha llevado al presidente Raúl Castro a revertir algunas medidas emblemáticas adoptadas por su hermano Fidel en los años 60.

Una exhibición de armas, “paneles históricos, conferencias, una jornada de la canción política y otras actividades”, según dijo el diario Juventud Rebelde, conmemoraron la victoria de los guerrilleros barbudos de la Sierra Maestra que comandaba Fidel y la huida del dictador Fulgencio Batista, el 1 de enero de 1959.

El aniversario encuentra al único país con régimen unipartidista del hemisferio intentando dejar atrás dos décadas de dificultades económicas, causadas por la desaparición de la Unión Soviética, su principal sostén financiero –e ideológico– tras el triunfo de la revolución.

Raúl Castro, que afirma que las reformas son una “actualización del modelo económico” socialista, sucedió en el mando a su hermano enfermo Fidel en 2006, luego de haber sido durante medio siglo el jefe de las Fuerzas Armadas y número dos del régimen.

“La actualización del modelo económico no es un milagro que pueda obrarse de la noche a la mañana, como algunos piensan; su despliegue total se logrará gradualmente”, dijo el diario oficial Granma en un mensaje por la llegada del 2012, citando conceptos del actual gobernante.

Elegido presidente cubano por el Parlamento en febrero de 2008 y primer secretario del Partido Comunista en abril pasado, en ambos casos en sustitución de Fidel, Raúl ha dado muestras de pragmatismo al encarar los complejos problemas de la isla, que soporta un embargo económico de Estados Unidos desde 1962.

Nunca se ha conocido públicamente una discrepancia entre Fidel y Raúl, aunque el actual presidente ha dado pasos en la dirección contraria que su hermano y mentor político, a quien secundó desde el asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, la primera acción armada de la revolución.

Mientras Fidel, de 85 años, destina su retiro a cuidar su salud, escribir artículos, hacer investigación científica y cultivar moringa, Raúl, de 80, no ha descansado en introducir reformas, como levantar la prohibición a la compraventa de casas y autos, cortar subsidios, ampliar la economía privada y reducir la abultada planilla estatal.

Por propuesta de Raúl, el Partido aprobó en su VI Congreso en abril más de 300 “lineamientos” para potenciar la economía, de corte soviético, que ha sido incapaz de dar prosperidad a los cubanos, miles de los cuales emigran cada año en busca de mejores condiciones de vida, a veces en peligrosas travesías en balsas por el mar.

Estos lineamientos contemplan un mayor espacio para la iniciativa privada en un país donde Fidel nacionalizó en 1968 hasta los negocios pequeños de barrio.

El Estado controla todavía el 90% de la economía y emplea a más del 90% de los trabajadores, que ganan en promedio unos 20 dólares mensuales.

Las reforman también buscan potenciar la agricultura, para lo cual Raúl ha entregado en usufructo 1,3 millones de hectáreas ociosas a 150.000 agricultores privados y cooperativas, a las que autorizó vender directamente sus productos a los hoteles.

La Reforma Agraria, que Fidel lanzó en 1959 y profundizó en 1968, creó grandes empresas agrícolas estatales que fueron ineficaces para alimentar a toda la población. Por ello, la isla, que ahora tiene 11,2 millones de habitantes, importa el 80% de lo que come, una pesada carga para sus escuálidas finanzas.

Cambios en el sector azucarero y ampliación de trabajo privado

Raúl también intenta devolver la prosperidad a la industria azucarera, otrora principal exportación de la isla, que se derrumbó hace dos décadas por el fin de los subsidios soviéticos, la falta de inversiones y tecnología, y la caída de los precios internacionales.

En septiembre el gobernante eliminó el Ministerio del Azúcar, un emblema de la revolución creado por Fidel en 1964, y lo sustituyó por un holding empresarial similar a los existentes en naciones capitalistas, pero estatal.

“Continuaremos haciendo realidad todo lo acordado, sin prisa, pero sin pausa, con la integralidad y gradualidad requeridas, sin apresuramientos ni improvisaciones, contribuyendo a la superación de la vieja mentalidad dogmática”, declaró Raúl ante el Parlamento, el 23 de diciembre.

En esa ocasión, anunció también que introducirá “paulatinamente” una reforma migratoria, que acabaría con las restricciones a viajar al exterior, que su hermano comenzó a imponer hace medio siglo.

Otra reforma, que entró en vigor este 1 de enero, convertirá a empleados de empresas estatales de servicios en trabajadores privados, al profundizar un programa experimental que partió con las barberías y peluquerías en abril de 2010.

Los involucrados en este plan, cuyo número no ha sido divulgado, alquilarán los locales y herramientas de trabajo al Estado.

Raúl, que reintrodujo los créditos bancarios y quitó subsidios creados por su hermano, como los “comedores obreros”, está empeñado en recortar la abultada planilla estatal, de cinco millones, lo que implica que más cubanos deberán ganarse la vida por “cuenta propia”, modalidad prácticamente eliminada por Fidel.

La meta es tener 1,8 millones de trabajadores privados o “cuentapropistas” hacia 2015, según la ministra de Finanzas, Lina Pedraza. Ahora, son 357.000, casi el doble que en octubre de 2010, cuando Raúl amplió el trabajo privado en uno de los cinco países comunistas del mundo (los otros son China, Vietnam, Laos y Corea del Norte).

Pese a estas reformas, el discurso político oficial no ha variado y Cuba fue el único país de América que declaró duelo oficial por la muerte, el 17 de diciembre, del líder norcoreano Kim Jong-il.