La prensa en Cuba, bajo control estatal, provoca insatisfacción generalizada, incluso en el gobernante Partido Comunista (PCC), que parece ser el punto de partida para una transformación que acompañe al difícil “cambio de mentalidad” que exige el presidente Raúl Castro.

El documento para la Conferencia Nacional del 28 de enero, a partir de la cual el PCC (único) pretende modernizarse, aboga por “un periodismo objetivo y de investigación, que permita desterrar la autocensura, la mediocridad, el lenguaje burocrático y edulcorado, el facilismo, la retórica, el triunfalismo, y la banalidad”.

Fidel Castro, alejado del poder desde 2006 por motivos de salud, solía destacar que la prensa cubana era revolucionaria y no se movía por el afán de lucro, como en los países capitalistas, pero admitía que “hay temor de informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil al enemigo”.

Con dos diarios nacionales, Granma (órgano oficial del PCC) y Juventud Rebelde, y un semanario del mismo alcance, Trabajadores, la prensa cubana cuenta con algunas revistas, 96 radioemisoras (seis de ellas nacionales) y cinco cadenas de televisión que se ven en toda la isla.

También hay 15 semanarios provinciales e igual número de televisoras de esos territorios, y dos agencias: AIN, de información nacional, y Prensa Latina, internacional.

Desde la crisis económica de los años 90, la escasez de papel redujo las tiradas y la influencia de la prensa escrita en favor de la radial y televisiva.

Raúl Castro exige ahora una prensa diferente, pero “el asunto está en los funcionarios encargados, en la voluntad política, en cambiar métodos y concepciones de décadas”, dijo a la AFP un veterano profesional a condición del anonimato.

“Antes la gente creía en el Granma como en el Evangelio, ahora debido a la ausencia de muchos problemas locales (en la prensa), busca informarse en las emisoras extranjeras, internet y ‘radio bemba’ (boca a boca) de lo que pasa en el país”, agregó.

En la isla no está generalizado el acceso a internet en los hogares, pues el gobierno busca darle un “uso social” debido, entre otras causas, a su alto costo, pues las conexiones internacionales son satelitales.

Además, no se venden periódicos extranjeros y el acceso a la televisión por cable o satelital está restringido a instituciones, empresas extranjeras y hoteles.

El PCC quiere ahora que la prensa incluya lo que ha estado ausente en muchos años: “los problemas, las dificultades, insuficiencias y adversidades que debemos enfrentar, suprimiendo las nocivas manifestaciones del secretismo”.

Propuestas de intelectuales

El debate sobre la prensa, soslayado en sus propias páginas, encontró cabida en la revista católica Espacio Laical, donde académicos e intelectuales comenzaron a exponer criterios y hacer propuestas.

Para el académico Armando Chaguaceda, “una agenda de cambios en la política de medios en Cuba debería fortalecer medios alternativos, en lugar de consagrar el monopolio estatal -aun reformado- o mudarlo por el de las grandes cadenas privadas”.

“Se trata de poner fin a la existencia de un Leviatán comunicacional capaz de fijar, de forma unilateral, agendas y discursos de cara a la sociedad”, añade.

Chaguaceda propone la promulgación de una Ley de Prensa que regule y democratice el ejercicio del periodismo y tenga “mecanismos para la fiscalización y sanción de aquellos entes, públicos y privados, que atenten contra el desempeño”.

El poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Rivera, de conocida simpatía por la revolución, está de acuerdo en que Granma siga siendo el portavoz oficial, pero cree que “tienen que circular valoraciones que enriquezcan el pensamiento e incluso contribuya a modificar lo que hoy es ‘la política oficial’”.

“Ese es un acervo del que la sociedad no puede prescindir porque la nutre y desarrolla”, sostiene.

Recomienda crear una junta de dirigentes del PCC e instituciones, integrada también por trabajadores y personalidades “de probada autoridad” que proponga a los directores de los medios, nombrados por tres años, prorrogables por otros tres.

“Esos directores tendrían plena autoridad para disponer lo que se publica y sólo serían impugnable por tres razones”: por publicar información falsa, ocultar información que debe ser divulgada y “porque publicaran información que atentara contra la seguridad de la nación”, señala.

El cantautor Silvio Rodríguez, quien publicó el artículo de Rodríguez Rivera en su blog segundacita.blogspot.com, comentó: “sé que muchos, por no decir todos o la mayoría de nuestros periodistas, estarían conformes por poner en práctica lo que plantea Guillermo, o a al menos discutirlo para encontrar soluciones a la trabazón lamentable que sufre nuestra prensa”.

Pero el propio PCC reconoce al “cambio de mentalidad”, necesario también para modificar la prensa, como una barrera psicológica, que “es la que más trabajo nos llevará superar, al estar atada a dogmas y criterios obsoletos”.