Una razón de peso en el progreso de la selección argentina en los últimos años ha sido la cantidad de jugadores que militan en clubes europeos, que en un medio profesional, han afinado sus cualidades.

De los 30 jugadores que forman la selección argentina que disputan el Mundial de rugby de Nueva Zelanda, sólo siete militaron la última temporada en su país e incluso uno de ellos (Agustín Creevy) ya ha fichado por el Montepellier francés, mientras que los otros 24 tienen experiencia en clubes europeos.

Además de Agustín Creevy, los otros seis jugadores salidos del rugby local son Julio Farías Cabello, Leonardo Senatore, Agustín Gosio, Juan José Imhoff, Mariano Galarza y Lucas Borges, que se unió al equipo a última hora en lugar del lesionado Gonzalo Tiesi, que sí juegan en el extranjero.

Todos ellos, con excepción de Borges, ganaron con los Pampas, la selección argentina de jugadores de clubes del país, la Copa Vodacom el pasado mes de mayo en Sudáfrica.

“Me parece que al venirse a Europa el jugador crece bastante y obviamente lo aplica al equipo y eso hace crecer al equipo, por lo que es fundamental”, afirmó a la AFP Horacio Agulla, zaguero del Leicester Tigers inglés.

El forward Rodrigo Roncero, del Stade Français parisino, cree que el profesionalismo ha jugado un papel importante en la mejora de los Pumas en los último años.

“Hace quince años que vinieron los primeros jugadores y eso se ha reflejado en los Mundiales, en los que Argentina ha ido mejorando. Es gracias al profesionalismo de los jugadores que empezaron a emigrar hacia Europa y también del profesionalismo que entre comillas se está instalando en Argentina”, afirma Ro-Ro.

Juan Martín Fernández Lobbe, tercera línea del Toulon, también cree que es positiva la exportación de jugadores para los Pumas.

“Por un lado, la preparación individual crece, es mejor. El jugador compite en ligas importantes como Francia o Inglatrerra y tiene contacto con un nivel importante. Le hizo bien a nuestro rugby”, señala el jugador.

Mario Ledesma, que jugó la pasada temporada en el Clermont francés, también piensa que es ventajoso para los Pumas que los jugadores emigren.

“Tenemos una preparación profesional durante todo el año y físicamente y técnicamente hemos mejorado mucho. El último Mundial terminamos terceros, es una prueba de lo que se ha mejorado”, indicó.

En las primeras tres ediciones mundialistas (1987, 1991, 1995) el plantel de 30 Pumas estaba compuesto por hombres de los campeonatos argentinos, principalmente de la URBA y las provincias o regiones más fuertes, como Tucumán, Córdoba o Rosario. El resultado fue una victoria en nueve partidos.

En 1999, cuando el equipo tenía seis hombres en Francia e Inglaterra (entre ellos el capitán Lisandro Arbizu, Agustín Pichot y Omar Hasán), se clasificó a cuartos de final, luego de vencer a Irlanda.

“Ese triunfo nos abrió las puertas de Europa a muchos y modificó la apreciación del jugador argentino”, afirmó en su día Gonzalo Longo, jugador del San Isidro Club en ese momento, que terminó militando en Narbona y Clermont.

Para 2003, las proporciones ya habían variado y el equipo tenía más ‘europeos’ (16) que rugbiers de los campeonatos argentinos (14). Una eliminación dolorosa, contra Irlanda en un partido de vida o muerte (16-15), dejó herido a un plantel cada vez más competitivo que buscó revancha.

En el Mundial-2007, donde Argentina terminó tercera, 22 de los 30 Pumas jugaban en Europa (Inglaterra, Irlanda y Francia, con la base del campeón del Top 14 galo, Stade Français, integrada por Pichot, Juan Martín Hernández, Lucas Borges, Ignacio Corleto, Rodrigo Roncero y Omar Hasán).