El carnaval comenzó a instalarse paulatinamente este viernes en Bolivia para dar lugar a festejos ininterrumpidos hasta el martes, a despecho de las lluvias que inundan la mitad del territorio con miles de damnificados y de la crisis social por el incesante alza del costo de vida.

Estallido de petardos, confeti, tiras de papel de colores, sahumerios en oficinas privadas y públicas para invocar la buena suerte, habitualmente bien regada de licor y reforzada con abundante comida, anuncian desde el mediodía del viernes el advenimiento de las carnestolendas.

La fiesta mayor, sin duda, estará focalizada el sábado en Oruro, la ciudad andina y minera que cada es año epicentro de las festividades del Carnaval boliviano. La celebración congrega a miles de danzantes en un desfile que será encabezado por Luzbel y escoltado por las ‘chinasupay’ (diablesas).

Unas 11.000 mujeres dieron luz verde al carnaval el jueves en Tarija (sur de Bolivia) con la tradicional celebración de ‘comadres’ que incluye fiestas privadas o públicas donde las féminas dan rienda al libre albedrío.

La condición ‘sine qua non’, celosamente cumplida, es que en esta alborotada celebración -donde se bebe licor, come y baila- no debe existir vestigio de presencia de varón.

La fiesta se celebra hace mucho en Tarija, la región de los vinos de altura, y ahora está extendida a otros lugares como La Paz, Sucre y Cochabamba. “Hoy cumplimos 25 años (..) la fundamos en 1986 (en Tarija) con 25 comadres, ahora llegamos a 1.200″, dijo Isabel Romerillos, una de las ‘comadres’.

Oruro será el sábado el epicentro de la celebración con un desfile folclórico declarado patrimonio cultural intangible de la humanidad por la UNESCO que atrae a decenas de miles de turistas y, según datos extraoficiales, mueve anualmente entre 5 y 7 millones de dólares.

Por su contenido folclórico, ancestral y costumbrista, se trata del Carnaval insignia de Bolivia, a despecho del que, con un fuerte acento carioca, tiene lugar también el sábado en la oriental Santa Cruz, célebre por la belleza exuberante de sus mujeres y su desarrollo económico.

El carnaval boliviano tiene un magistral cierre con la celebración del “Martes de Ch’alla”, un rito ancestral andino -extendido por la migración interna a otros lugares, como Santa Cruz- que consiste en rendir tributo a la ‘Pachamama’ (madre Tierra) y al ‘Kuntur Mamani’ (protector de la familia).

Estruendo de petardos y especialmente mucha música y bebida rodean la ‘challa’, que es el acto de rociar con licor, confeti y flores a cuanto bien material uno pueda imaginar: casas, terrenos, oficinas, negocios y vehículos.

El jolgorio popular comienza a abrirse paso incontenible, a pesar de que las lluvias e inundaciones que desencadena ‘La Niña se han cobrado la vida de 52 bolivianos y dejado sin techo a más de 13.OOO familias.

En La Paz, el municipio suspendió los festejos públicos -desfiles de disfraces, corsos y entradas folclóricas- en solidaridad con unas 6.000 personas que perdieron sus bienes en un alud que destruyó unas 800 casas y lotes el domingo pasado, pero una asociación de comparsas se opuso a la medida.

Las comparsas “nos han exhortado a continuar con el desarrollo del Carnaval porque han contraído responsabilidades económicas con bandas de música, locales, gastronomía y bordados”, argumentó la asociación para mantener los festejos.

La unitaria Central Obrera Boliviana (COB) dejó también en suspenso hasta después de carnaval las previsibles protestas de los sindicatos contra un ajuste salarial decretado el miércoles por las autoridades, sin consultarla