“Atrás deberían quedar las clásicas salas de clases cuadradas, con 30 alumnos mirando hacia un pizarrón”, sostuvo el jefe de la división de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Marcelo Cabrol, quien -junto con expertos del Ministerio de Educación y del resto de los países de la región- participó en el seminario sobre Avances en la Infraestructura Escolar en América Latina y el Caribe realizado en Santiago.

Tiffany Szerpicki en Stock.xchng

Tiffany Szerpicki en Stock.xchng

Un estudio del BID (Duarte, Gargiulo y Moreno, 2010) sugiere que la infraestructura de las escuelas puede influir de manera significativa en el aprendizaje de los alumnos.

De esta manera, un alumno de tercero básico de una escuela urbana promedio en Latinoamérica tiene un nivel de 2 en la prueba del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Serce), esto implica que puede leer, pero no comprender. Si a ese mismo niño se le dispone de biblioteca, sala de computación y sala de artes y ciencias, el promedio aumenta a 3, lo que le significa que no sólo puede comprender lo que lee, sino además es capaz de integrar información.

Por ello es que los temas del seminario se centraron en cómo alcanzar una reestructuración de los establecimientos educacionales en la región. “Los alumnos deben comenzar a trabajar en espacios multidisciplinarios, donde puedan hacerlo en forma individual y grupal para que los profesores atiendan las necesidades de los alumnos diferenciadamente”, explicó Marcelo Cabrol.

En cuanto a la sala de clases, la tendencia más fuerte apunta a que tengan forma de “L” y que se divida en tres sectores. “La parte más amplia debería destinarse para aprender de la manera convencional, la esquina para que los alumnos tengan un sector donde experimentar, y la parte más corta para trabajar en grupos”, precisa el especialista del BID.

Incluso agrega que esto puede lograrse sin necesidad de reconstruir, sino que en algunos casos basta con recrear esta distribución a través de la ubicación de los muebles.

Entre los otros factores que influyen en el aprendizaje está la temperatura. La conclusión es que ésta debe oscilar entre los 21 y 23 grados, por lo que es ideal que los establecimientos cuenten con aire acondicionado.

El color de las paredes tampoco debería quedar al azar. En el seminario se mencionó que lo más adecuado es la combinación del azul, que aumenta el bienestar, y el rojo, que fomenta la creatividad.