La primera ministra laborista australiana Julia Gillard prometió este domingo garantizar la estabilidad política del país frente a la amenaza de parálisis política por el empate con los conservadores en las elecciones legislativas anticipadas de la víspera.

Julia Gillard | Elections Meter

Julia Gillard | Elections Meter

]

Julia Gillard, de 48 años, que sucedió en junio a Kevin Rudd en el cargo de primer ministro, sufrió un verdadero revés luego de no poder concretar en las urnas lo que señalaban las encuestas hasta hace unas semanas.

Según las proyecciones del canal público ABC, los laboristas y conservadores se quedarían ambos con 73 escaños, tres menos que los 76 necesarios para obtener la mayoría parlamentaria. Esta situación no se había producido en 70 años.

Ni Gillard ni el líder de la coalición liberal/nacional, Tonny Abbot, admitieron la derrota y ambos intentarán convencer a los independientes y a los verdes de unirse a ellos para formar una coalición.

“Tengo la intención de negociar un acuerdo para formar un gobierno”, declaró Gillard el domingo comprometiéndose a “continuar gobernando en la estabilidad conforme a nuestros principios democráticos, en tanto no se conozca el resultado final”.

Ya comenzaron las conversaciones entre los independientes y los Verdes.

“Recibí dos llamadas muy amables. Una de la primera ministra para felicitarme y otra más tarde del jefe de la oposición para lo mismo”, declaró el diputado independiente Tony Windsor.

Según un diputado independiente, las conversaciones para lograr un acuerdo de gobierno podrían durar semanas.

Para los analistas y algunos políticos laboristas, Gillard parece en efecto pagar la manera brusca e inesperada como apartó a Rudd de la dirección del partido gobernante, en momentos en que este experimentaba un descenso en su popularidad.

“No se puede despachar a un jefe laborista y primer ministro y, dos meses más tarde, obtener semejantes resultados en las elecciones”, se lamentó Maxine McKew, diputada laborista derrotada en Sídney.

Según Abbot, el resultado muestra que los australianos “quieren un cambio de gobierno>”.

“Asistimos a un viraje brutal en descrédito del gobierno. Es algo sin precedentes para un gobierno instalado desde hace menos de tres años”, declaró.

Viceministra desde 2007, Gillard, de origen galés, demostró ser una de las ministras más eficaces.

Durante la campaña destacó la victoria económica del gobierno laborista ya que Australia fue el único país desarrollado que no entró en recesión durante la crisis.

Los conservadores, liderados por Abbot, ferviente católico y ex ministro, se comprometieron por su parte a reducir el gasto público y a “frenar los barcos” de solicitantes de asilo afganos o srilanqueses.

Para David Burchell, investigador en la Universidad de Sídney, un parlamento sin mayoría es una “pesadilla que cada uno temía”. “Ninguna ley podrá ser adoptada, además del presupuesto” y el parlamento no duraría más de 18 meses.

Otro hecho insólito en elecciones: por primera vez un aborigen y un musulmán entrarán al parlamento.

Por otra parte, el número de votos en blanco o anulados aumentó muchísimo respecto a las últimas elecciones de 2007.

Más de 619.000 votos en blanco o nulos fueron contabilizados, un 5,4% de los votos escrutados, lo que podría considerarse un voto de protesta.