Un policía pakistaní murió este domingo cuando un suicida hizo estallar un coche-bomba lleno de explosivos en el momento de ser controlado en una carretera cerca de Lillah, a unos 140 km de Islamabad, indicaron las autoridades.

Fuente: Agencia AFP

El oficial que interceptó el coche para controlar a los ocupantes por una información previa de inteligencia murió en la explosión del auto, dijo a la AFP el inspector general de la policía de carreteras, Waseem Kausar añadió Kausar.

Otro hombre que viajaba en coche huyó pero fue detenido luego por la policía, agregó.

La ola terrorista ha dejado más de 200 muertos en unos 20 días, mientras sigue la ofensiva militar contra la insurgencia islamista en Waziristán del Sur, donde las fuerzas pakistaníes obtuvieron la madrugada del sábado su primera gran victoria al tomar el poblado de Kotkai, feudo del jefe de los talibanes de Pakistán (TTP), Hakimulá Mehsud.

Por otra parte, al menos 14 personas murieron el sábado en un ataque con misil de un avión no tripulado estadounidense en la aldea de Damadola, 15 km al norte de Khar, la principal ciudad del distrito de Bajaur, en una zona tribal paquistaní en la frontera con Afganistán

El 17 de octubre, más de 30.000 soldados paquistaníes, apoyados por aviones de combate, helicópteros de ataque y artillería pesada, lanzaron una operación para desalojar a los talibanes de su bastión en Waziristán del Sur, en las zonas tribales vecinas a Afganistán, al noroeste del país.

“Las fuerzas de seguridad tomaron el control de Kotkai en la noche y la limpieza del pueblo continúa”, declaró a la AFP una fuente militar que pidió mantener el anonimato.

“Se trata de un avance importante pues Kotkai era el bastión de los talibanes y el pueblo donde nació Hakimulá Mehsud y Qari Hussain”, agregó la fuente.

Hakimulá Mehsud es el jefe del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP) y Qari Hussain uno de sus lugartenientes, considerado como el organizador de numerosos atentados suicidas cometidos en Pakistán.

“Los rebeldes en su mayoría fueron muertos o debieron darse a la fuga”, dijo la fuente militar, precisando que cuatro de ellos murieron, lo mismo que tres soldados.

Desde el sábado, el avance de las tropas es muy lento debido al terreno montañoso, el acceso difícil, las minas y la resistencia de los talibanes, bien atrincherados en casamatas y casas fortificadas.

La operación, que debía durar entre seis y ocho semanas, antes de la llegada del riguroso invierno, podría prolongarse por más tiempo que lo previsto, según fuente militares.

Unos 146 insurgentes y 22 soldados han muerto desde el comienzo de la ofensiva terrestre hace una semana, según un balance establecido por el ejército, que no puede ser verificado por fuente independiente debido a que las zonas de combate son inaccesibles.

Desde hace dos años, Pakistán registra una ola de atentados que ha matado a unas 2.300 personas, perpetrados en lo esencial por kamikazes del TTP organización afiliada a Al Qaida.

Las autoridades paquistaníes se comprometieron a terminar con la red terrorista lanzando, después de varios meses de bombardeos, una ofensiva terrestre.

Según diversos expertos, los 30.000 militares que participan en tierra en esta operación se enfrentan a unos 10.000 talibanes paquistaníes, apoyados por un número indeterminado de combatientes extranjeros.

Más de 120.000 civiles han abandonado la región de los combates.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) lamentó el viernes no tener acceso a las zonas de combates.

“Lo que vemos ahora es un aumento, muy importante y muy preocupante del número de víctimas civiles”, señaló en Ginebra Jacques de Maio, el jefe de las operaciones del CICR para el Asia del suroeste.

El ejército paquistaní no dio cuenta de víctimas civiles.

Desde 2002, el ejército paquistaní ha perdido más de 2.000 soldados en combates contra los insurgentes islamistas en las zonas tribales y en el noroeste del país, sin conseguir ningún resultado.