A veces, los problemas muy complejos pueden tener soluciones muy sencillas. Una muestra de esto es el incidente que afectó a un Harrier AV-8B que, tras despegar de su portaaviones, se encontró con un pequeño desperfecto para regresar con seguridad: no contaba con su tren de aterrizaje delantero.

Y si bien los Harrier son naves de despegue y aterrizaje vertical -semejante a un helicóptero- esto no le quita riesgo a una operación para la cual esta máquina de guerra no fue diseñada.

La difícil misión estuvo a cargo del capitán William Mahoney de los Marines estadounidenses, quien se percató del problema pocos instantes después de elevarse. “Subí unos 600 metros sobre el barco y comencé a hablarle a ‘Paddles’ que es otro piloto que nos ayuda a aterrizar desde la torre de control”.

Para fortuna del militar, el USS Bataan estaba equipado con un inusual artículo de apoyo en caso de emergencias: una verdadera “muleta” para aviones, que le permitiría apoyar la nariz del avión sin peligro de que esta se estrellara contra la pista.

Aún así, la maniobra requirió de toda la habilidad de Mahoney, ya que debía posicionarse con precisión sobre la muleta, con el problema adicional que desde su puesto, no podía verla. “Me encontraba a 6 metros estabilizado sobre ella y no podía verla. No recuerdo haber sentido ese fuerte rebote que se aprecia en la grabación”, señaló.

Finalmente, todo acabó bien, aunque el capitán admitió que salió temblando de la experiencia pues “no existe ningún entrenamiento que te prepare para estas cosas”.

El video es de la publicación especializada The Aviatonist.

http://youtu.be/x9tvdjDAr1U