Fue una función brillante; una de las mejores que ha presentado la Universidad Católica en su constante trabajo de difusión de la ópera conducido por Miryam Singer. Y no es que la obra -presentada en calidad de estreno absoluto en Chile- fuera especialmente célebre.

‘Conveniencias e inconveniencias teatrales’, escrita por un joven Gaetano Donizetti allá por 1831, no es ni siquiera una de las obras más importantes de su autor, que luego legó a la posteridad títulos descollantes como ‘Lucia de Lammermoor’ y ‘Don Pasquale’. Sin embargo, la ejecución musical y escénica de esta ópera en la sala Fresno del Centro de Exensión de la UC resultó sólida, divertida, plena de energía desbordante y calidad musical, todo a cargo de reales talentos chilenos.

Comedia sobre un grupo de cantantes líricos que prepara una función, ‘Conveniencias e inconveniencias teatrales’ es una ópera en dos escenas, que en este montaje roza las dos horas de duración, y que, musicalmente, se sitúa aún bajo la larga influencia del maestro Rossini. La obra posee una extensa y vivaz obertura, una decena de solistas, numerosos y nada sencillos concertados, melodías juguetonas y líneas musicales que resultan más exigentes de lo previsible. Pero su máxima sorpresa es la inclusión, en clave bufa total, del personaje de Agata, madre y cantante aficionada que es interpretada… por un barítono!

Vestido de falda corta, peluca rizada y taco alto, este rol travestido está a cargo aquí de Javier Weibel, quien debuta en un rol protagónico en la ópera. Weibel tiene muy buen material vocal, timbrado y de gran volumen, a lo que suma presencia escénica y un histrionismo tan innato com desenfadado. En esta producción aporta humor y desplante, y en la segunda mitad se luce con un cancán delirante. El público lo despidió con una ovación. Weibel es un barítono con evidente potencial que debiera ir en alza, y se le ve en plena forma para asumir roles más complejos de barítono, sobre todo en clave cómica.

En el rol de Corilla, cantante con ínfulas de diva, la soprano Patricia Cifuentes entrega un trabajo formidable. De principio a fin, la reconocida artista aborda su personaje con magnífica autoridad en el canto y en la actuación, y culmina su sensacional trabajo con la celebre ‘escena de la locura’ de la ópera ‘Lucia’, largo tour de force intercalado, que incluye el juego entre la voz y flauta serpenteante, y que ella cierra con un mi bemol potentoso.

En los otros roles, destacan los barítonos Arturo Jiménez y Pablo Oyanedel, así como la joven mezzo María José Urribarri, y el amplio conjunto de solistas se escucha preciso y contundente en los variados pasajes concertados de la obra, atentamente dirigidos por Pablo Carrasco, director de orquesta de 35 años que también debutaba en la ópera.

Al frente de la Orquesta de la Usach, Carrasco entrega una conducción sensacional, plena de musicalidad, muy en el estilo de ese periodo de la ópera italiana, con buen trabajo de los solistas y los conjuntos instrumentales. Bajo su mano, la orquesta suena con el brillo y alegre colorido que exige la obra, y fue la base clara que necesitan los cantantes para entregar sus mejores capacidades.

La puesta en escena de Miryam Singer es dinámica y apuesta al juego entre los cantantes como efectivo recurso. Se nota la madurez de sus propuestas a través de los sucesivos montajes líricos que ha realizado, y la producción completa transmite esa seductora sensación de trabajo en equipo y compromiso colectivo.

La ópera en Chile da aquí un nuevo paso adelante y debiera suceder, en un futuro cercano, que montajes tan entretenidos y bien cantados como éste pudieran ofrecer más de dos funciones.