En la estadística histórica, el gimnasta se ubicó como el chileno mejor posicionado en la historia olímpica chilena tras las 13 medallas en 116 años de recorrido criollo, en el marco de las 22 citas de cinco anillos en las que el país ha participado.

No sólo el oro es lo que brilla. Y es que en el recuento de las grandes historias del deporte chileno en 22 ediciones de Juegos Olímpicos y en 116 años de recorrido, luego de las 13 medallas que tiene Chile, ese cuarto lugar logrado por Tomás González, a un paso del podio olímpico, es el punto máximo.

Pero tras él, toda una historia de grandes acciones olímpicas que bordearon el metal, nos ofrece la participación de los olimpistas chilenos que no subieron al podio, pero que sí lograron un Top Ten.

Y si de grandes se trata, el primero en la lista es el gigante de los lanzamientos criollos, el enorme Gert Weil, quien suma dos Top Ten: el décimo lugar en Los Ángeles ’84, sus primeros Juegos, con un registro de 18.69; y el sexto lugar en Seúl ’88 con un tiro de 20.38 metros.

En plena era mágica de los lanzamientos pesados, es perentorio detenerse en aquella final en Corea 1988: posiblemente sea la mejor final olímpica de bala que se pueda recordar. Con marcas extraordinarias, no repetidas.

Y con nombres imperecederos hasta hoy como los de los germanos orientales Ulf Timmermann y Udo Beyer, del suizo Werner Günthör campeón mundial el año previo en Roma, del italiano Alessandro Andrei y con mayor razón aún del estadounidense Randy Barnes, hoy imbatible recordman mundial al mando del bolón de 7.260 kilos. Todos ellos estaban ese 23 de septiembre en el círculo rugoso. El oro fue una verdadera competición personal entre Timmermann, Barnes y Günthör, quienes en definitiva se quedaron con oro, plata y bronce con tiros de 22.47, 22.39 y 21.99: impactante nivel de registros.

Weil por su parte venía de ser décimo en Los Ángeles ’84, con el bloque soviético ausente entonces debido al boicot, por lo que esta era su gran ocasión de probarse frente a toda la convocatoria global: su serie fue de 20.22, 20.09, nulo, 20.23, 20.21 y 20.38. Con este último envión el “gigante’’ había conseguido la que hoy se alza como mejor actuación del atletismo chileno en 50 años.

Y lo que es más, como uno de los resultados más potentes del deporte criollo completo pues se trató de un sexto lugar en un deporte profesionalizado por excelencia.

Muy pocas veces recordado, Chile tuvo además un cuarto lugar en velas, en la clase Yola Olímpica, a través de Erich Wiechemann en Berlín ’36. Y quintos lugares olímpicos consagraron al equipo de básquetbol varones en Helsinki ’52 y al equipo de adiestramiento ecuestre de José Larraín, Hernán Clavel y Ernesto Silva, también ese año en Finlandia. Los sigue en posiciones el primer maratón que corrió a nivel olímpico el afamado Manuel Plaza en París 1924, con el sexto lugar que precedería su medalla de plata de Amsterdam 1928.

Es del todo sabido que el tiro al vuelo chileno tiene tradición, por algo es que “Poncho’’ De Iruarrízaga se alzó con la de plata en Seúl ’88. Y por ello es que previamente, en Tokio ’64, Juan Enrique Lira fue sexto en fosa olímpica. Y en México ’68 Nicolás Atalah fue sexto y Jorge Jottar séptimo, ambos en skeet. En esos mismos Juegos aztecas el equipo de adiestramiento ecuestre fue sexto también con Guillermo Squella, Antonio Piraíno y Patricio Escudero.

Si se trata de importantes figuraciones en la arena olímpica, el baloncesto masculino fue sexto en Londres ’48 y octavo en Melbourne ’56. Y sin olvidar al pentatlón moderno, porque Nilo Floody, Hernán Fuentes y Luis Carmona fueron séptimos por equipos en Melbourne ’56. Lo mismo que el inolvidable clavadista Gunther Mund en la plataforma de tres metros de 1956.

Ese mismo séptimo casillero obtuvo el bote ocho con timonel en Los Ángeles ’84, integrado por Rodrigo Abasolo (timonel), Mario Castro, Víctor Contreras, Zibor Llanos, Rodolfo Pereira, Alejandro Rojas, Marcelo Rojas, Giorgio Vallebuona, Carlos Neyra y Juan Riquelme (reserva).

En el noveno puesto olímpico se inscribieron para siempre el equipo de ciclismo de ruta de Estocolmo 1912, con Alberto Downey, Carlos Koller, Arturo Friedermann y Jorge Torres; el pentatleta Nilo Floody en Londres 1948; el saltador de alto Alfredo Jadresic, también en la cita londinense; el equipo de salto ecuestre de Bárbara Barone, Américo Simonetti y René Varas en Munich 1972; y el skeetero Marcelo Yarad en Sydney 2000.

Cierren este baúl de los recuerdos imperecederos los décimos lugares que un día conquistó Chile en los Juegos Olímpicos, ambos en salto ecuestre: Enrique Deichler en Estocolmo 1912 y René Varas en Munich 1972. Ello, más el ya citado décimo lugar de Gert Weil en Los Ángeles 1984, cierran este cuadro de honor que el deporte chileno siempre debe recordar.